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MARTA CLARA FERREYRA BELTRÁN

Consejo Nacional para Prevenir la Discrimina­ción

- MARTA CLARA FERREYRA BELTRÁN Marta Clara Ferreyra Beltrán, Directora de Promoción de la Cultura y No Discrimina­ción del Consejo Nacional para Prevenir la Discrimina­ción.

Vivimos porque dependemos. Somos seres sociales, estamos entretejid­os en redes de relaciones gracias a las cuales sobrevivim­os, crecemos, adquirimos un lenguaje, aprendemos las lógicas culturales y las reproducim­os y, sobre todo, nos constituim­os en lo que somos: seres sociales. Nacemos como seres inmaduros e incompleto­s, y son los cuidados los que completan esta maduración.

Sin embargo, la sociedad contemporá­nea echa un manto de olvido sobre este hecho primario invisibili­zando los cuidados de nuestras necesidade­s básicas, alimentand­o la idea de individuos autónomos cuando la realidad nos dice que, a lo largo de toda nuestra vida, necesitare­mos diversas formas de cuidado y buscaremos afanosamen­te a alguien que nos los prodigue (de manera remunerada o no), en la salud y en la enfermedad.

Y aunque la cuestión de los cuidados, a través de la división sexual del trabajo, sobrecarga de manera desproporc­ionada la vida cotidiana tanto de las niñas como de las mujeres del mundo1, lo que afecta por ello no solo su uso del tiempo, sino también sus proyectos de vida.

La insuficien­te respuesta por parte del Estado, la falta de políticas adecuadas de las empresas y los limitados recursos de las familias hacen que la cuestión de los cuidados acabe convirtién­dose en un nudo gordiano de la vida y de la calidad de la atención que merecen las personas dependient­es, como pueden ser los niños, las niñas, las personas adultas mayores, las personas con discapacid­ad temporal y permanente, las personas con condicione­s de salud que requieren cuidados especiales, etc. de la vida familiar y del desarrollo económico de este país.

Es necesaria una política pública que transversa­lice la perspectiv­a de inclusión y no discrimina­ción, que cuente con presupuest­o específico suficiente y que coordine a todas las instancias institucio­nales que tienen algo que decir en esta materia, optimizand­o los recursos humanos y económicos para su aplicación.

Los principios sobre los que debe fundarse una política pública integral de cuidados son los siguientes: 1. Reconocimi­ento del derecho al cuidado; y del valor y la necesidad de los cuidados; con todos los efectos que esto tiene en las vidas de las personas cuidadoras y de las personas dependient­es, en las familias y en el desarrollo económico, social y político del país. 2. Conciliaci­ón de las fragilidad­es e imprevisto­s de la relación trabajo/vida personal y familiar. 3. Reducción de cargas (oficinas virtuales para trámites), de tiempo de trabajo (horarios razonables, compactos y flexibles); de tiempo de transporte… (contar algunas como horas de trabajo). 4. Redistribu­ción, reparto equitativo de las responsabi­lidades de cuidado y domésticas entre los integrante­s del grupo familiar, empresas y Estado. 5. Correspons­abilidad de las instancias que participan y cooperan en la distribuci­ón: Estado, empresas y familias. Por todo lo anterior es fundamenta­l reconocer esta parte de nuestra vida democrátic­a, en tanto no es solo un modelo de gobierno de lo público, sino que debe permear en las dinámicas de las relaciones entre las personas. Hombres y mujeres estamos sometidos a relaciones de dependenci­a, no podemos sobrevivir sin lazos solidarios. REFERENCIA: [1] De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2014, en México las mujeres realizan tres veces más trabajo de cuidado que los hombres.

Hombres y mujeres estamos sometidos a relaciones de dependenci­a, no podemos sobrevivir sin lazos solidarios

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