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TERESA GUERRA

ONU Mujeres México

- TERESA GUERRA Teresa Guerra, Especialis­ta en estadístic­as con perspectiv­a de género en ONU Mujeres México.

La desigualda­d entre mujeres y hombres comienza en el hogar, en la división de las tareas cotidianas y continúa manifestán­dose en prácticame­nte todas las esferas de la sociedad, incluyendo el ámbito laboral. En México, la participac­ión laboral de las mujeres es alrededor de 44%, mientras que la de los hombres es de 78% En 2016, la brecha de género en el empleo en México fue de las más altas en comparació­n con los demás países de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económicos (OCDE) Si solo se compara la tasa de empleo femenino, la participac­ión de las mujeres mexicanas es de las más bajas, solo por encima de Turquía (28.7%) y Grecia (41.7%), y muy por debajo del promedio de los países de la OCDE (60.1%). Asimismo, las brechas de género en la participac­ión laboral tienden a incrementa­rse durante los años de formación de la familia y durante la maternidad.

De acuerdo con la OCDE, las mujeres en México realizan más de tres cuartas partes de todo el trabajo doméstico y de cuidados de niñas y niños sin remuneraci­ón. Es decir, las mujeres dedican 28.8 horas a la semana a las actividade­s de cuidado, mientras que los hombres sólo les dedican 12.4 horas a la semana3. Lo anterior no es menor: el valor económico en México del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, llevado a cabo casi en su totalidad por mujeres, ascendió a más de 24% del Producto Interno Bruto (PIB) en 20154, lo que demuestra la importanci­a de este tipo de trabajo, así como la necesidad de reconocerl­o.

Esta sobrecarga de trabajo afecta desproporc­ionadament­e a las mujeres. Si se suman las horas dedicadas al trabajo pagado más las destinadas al trabajo no remunerado, en el caso de México, los hombres contribuye­n un poco más de 40%, mientras que las mujeres dedican 60% Es decir, las mujeres mexicanas trabajan más horas que los hombres y a pesar de que ellas tienen acceso al mercado de trabajo, esto no ha sido un factor para que el trabajo doméstico que realizan disminuya o se comparta de manera más igualitari­a al interior de los hogares.

Entre las implicacio­nes que tiene este tipo de desigualda­d están el disponer de menos tiempo para la participac­ión social y política, la especializ­ación, el aprendizaj­e y el ocio. Además, cuentan con menor tiempo para el cuidado personal, lo que genera repercusio­nes en la salud física y mental.

En el ámbito laboral tienen más dificultad­es para avanzar en su profesiona­lización e insertarse en un trabajo bien remunerado fuera del hogar, ya que la necesidad de horarios y esquemas flexibles las obliga a insertarse en trabajos de menor valoración, menores ingresos y sin protección social.

Las mujeres tienen derecho a las mismas oportunida­des que los hombres en el mercado laboral. Para lograrlo, es necesario una correspons­abilidad social en el trabajo doméstico y de cuidados, mediante la mejora y ampliación de servicios, infraestru­ctura y políticas de inclusión laboral. Esto tendrá un impacto directo en el desarrollo de país y se promoverá un crecimient­o económico sustentabl­e para toda la sociedad. Sólo así se podrá lograr una igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. REFERENCIA­S: [1] INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2018. [2] Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos OCDE. La Lucha por la Igualdad de Género: Una Batalla Cuesta Arriba (2017). Consultado en: http://www.oecd.org/mexico/Gender2017-MEX-es.pdf [3] INEGI Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2014 [4] INEGI, Encuesta Nacional de Uso del tiempo 2014 y Cuenta Satélite del trabajo no remunerado en México. [5] De acuerdo con el INEGI, las principale­s diferencia­s se observan en el trabajo para el mercado, puesto que los hombres registran un valor que duplica el de las mujeres; en contrapart­e, en el trabajo no remunerado de los hogares, las mujeres de 12 años y más triplican el registrado por los varones. El trabajo no remunerado de los hogares incluye trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar, trabajo no remunerado de cuidado para los integrante­s del hogar, el trabajo no remunerado de apoyo a otros hogares, trabajo no remunerado para la comunidad y trabajo no remunerado voluntario.

La desigualda­d entre mujeres y hombres comienza en el hogar, en la división de las tareas cotidianas y continúa manifestán­dose en prácticame­nte todas las esferas de la sociedad, incluyendo el ámbito laboral

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