JÓVENES VOLUNTARIOS POR LA IGUALDAD DE GÉNERO
El voluntariado tiene valor económico y humano, ya que no solo transforma a las comunidades sino a las personas que lo realizan.
Cambiar vidas y contribuir con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): esa es la meta de los jóvenes voluntarios mexicanos. “Los jóvenes son la fuerza que va a mover a México durante los próximos 50 años, por eso hay que educarlos con valores, comprometerlos con lo social y la vida de los demás”, explica Arturo Gómez Shuster, representante del Programa Voluntarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) México.
Tan solo en 2014, más de un millón de voluntarios colaboraron en instituciones sin fines de lucro; el total de su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) fue de 232,495 millones de pesos, lo que equivale a casi todo el PIB del Estado de Guerrero, de acuerdo con el programa Cuenta satélite de las instituciones sin fines de lucro de México, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La evolución de este segmento no lucrativo privado en México ha crecido, al pasar de un PIB de 89,674 millones en 2008 a 104,115 millones en 2011.
¿Cómo lo hacen?
Los ODS son 17 puntos que hacen un llamado universal a la adopción de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad. El ODS número cinco está enfocado en la igualdad de género.
Arturo Gómez explica que se están promoviendo convenios para implementar el programa He For She en las universidades.
Lo anterior es posible gracias a que la ONU realizó una alianza con varias universidades para llevar el tema del voluntariado a las y los jóvenes. Hoy, trabajan con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Anáhuac y Tecnológico de Monterrey, entre otras.
Desde el Programa Voluntarios ONU México, se movilizan los jóvenes en días representativos para la sociedad, por ejemplo el Día de la Mujer, en donde los jóvenes salen a las calles a concientizar a la sociedad sobre la importancia de trabajar todos por la igualdad. También realizan actividades con comunidades indígenas en temas de género.
Otro ejemplo de lo que los voluntarios logran en el mundo lo tiene la Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comerciales (AIESEC), una organización global formada por jóvenes de entre 18 y 29 años.
“Nuestra misión es la paz mundial y el pleno desarrollo del potencial humano, nosotros creemos que la paz mundial se construye a través del entendimiento del otro y del entendimiento que hay entre los diferentes países, así como sus culturas”, explica Luis Ramos, joven voluntario de AIESEC.
Los programas de esta organización también se basan en los ODS de la ONU, “y con estos objetivos desarrollamos proyectos para beneficiar a la sociedad. Cada comité tiene ciertos proyectos enfocados en un objetivo de desarrollo sostenible. Por ejemplo, en la Universidad de Monterrey (UDEM) tienen un programa de equidad de género que trae extranjeros aquí para que ellos puedan impactar a comunidades vulnerables y ayudarlos en este tema”, detalla Luis Ramos.
AIESEC brinda a sus voluntarios la oportunidad de impactar en otros países. En Argentina, Panamá y Perú, se tienen proyectos que buscan lograr la igualdad de género a través del fortalecimiento de mujeres adultas y jóvenes.
En el proyecto Ubuntu, en Argentina, los voluntarios brindan herramientas, con actividades y workshops dinámicos, que promuevan la igualdad y la concientización de la relevancia de la misma; mediante el cambio cultural como base principal para resolver este problema de una manera sostenible.
O el programa Empower, en Perú, el cual busca incentivar la autonomía de la mujer en la sociedad peruana, desarrollando su autoestima y ayudándole a que haga valer sus derechos.
Ayudar cambia la vida
“Soy fiel creyente de que en lugar de estarse quejando del país en el que vives, es mejor comenzar a actuar. Por eso decidí ser voluntario, creo que con un granito de arena y contagiar a otras personas para que se animen es suficiente para empezar a ver un cambio”, explica Luis Ramos.
Por su parte, Arturo Gómez, quien inició este camino siendo voluntario en Colombia, dice que “ser voluntario es algo que cuando lo haces por primera vez, ya no lo puedes dejar de hacer”. Su fórmula para cambiar el mundo es sentir, imaginar, hacer y contarlo.
“Ayudar cambia la vida de los demás y la nuestra; nos hace más felices, más saludables y más comprometidos con el país. Esta es la experiencia que trato de reflejar”, concluye Gómez.