LAS NECESIDADES MAYORES
El envejecimiento poblacional trae consigo diversos desafíos de corresponsabilidad.
La etapa actual de transición demográfica por la que atraviesa la población mexicana muestra un proceso de envejecimiento cada vez mayor. En 2010, el porcentaje de población de 60 años y más en América Latina y el Caribe fue de 8.9%, y se proyecta que, en 2050, será de 25.8%. Uno de los principales desafíos que este crecimiento plantea es la cobertura de necesidades de la población de 60 años y más, que garantice una calidad de vida adecuada para este grupo de personas, referida principalmente a contar con independencia económica y motriz.
Conocer la manera en la que estos adultos mayores desempeñan sus actividades cotidianas y cómo se distribuyen las funciones entre hombres y mujeres nos permite identificar la manera en la que cubren sus necesidades y los roles que desempeñan, los cuales reflejan hábitos y costumbres que debemos adecuar para buscar el equilibrio y bienestar social deseado.
Hay que tomar en cuenta que estas prácticas se relacionan con su edad, sexo y demás características individuales, así como con el ciclo de vida por el que atraviesan. Esto es, las actividades en las que participen y a las que les asignen tiempo se vincularán con su perfil y con sus propias necesidades.
En México, la asignación de roles de género tradicionales sigue presente en la participación y tiempo que la población de 60 años y más destina a las diferentes actividades: los hombres siguen siendo quienes más participan en actividades de trabajo remuneradas respecto de las mujeres (79.9% vs 56.7%), y las mujeres siguen desempeñando las actividades de trabajo no remunerado en los hogares —cuidado y labores domésticas— en mayor medida que los hombres, lo cual se refleja en el tiempo que dedican a estas actividades (48 horas contra 16).
Aunque no podemos soslayar que comienzan a apreciarse nuevas dinámicas en donde los hombres adultos mayores se integran a las actividades del hogar y al cuidado de personas, enfocados principalmente en el apoyo a sus hijas e hijos para el cuidado de los nietos, el camino hacia la igualdad en la distribución de actividades remuneradas y no remuneradas en nuestro país, aún es largo.
La manera en la que la población de 60 años y más distribuye su tiempo en el desempeño de actividades cotidianas podría ser un elemento que dé cuenta de la calidad de vida de estas personas, así como de lo que debemos hacer como sociedad para buscar su bienestar.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2009, este grupo poblacional dedica una parte importante de su tiempo al cuidado de menores de seis años y otros integrantes del hogar —que suponemos pueden ser sus nietos—, así como al apoyo de otros hogares.
Aunque su carga global de trabajo —suma del trabajo remunerado y del no remunerado— ha disminuido, no se cuenta con evidencia contundente de que tienen una mejor calidad de vida, siendo esto un reto que la sociedad mexicana en sus diferentes dimensiones —individual, familiar y comunitaria— tiene que asumir.
Un elemento que también es importante resaltar es la menor brecha de participación y de tiempo entre hombres y mujeres adultas mayores en actividades de trabajo no remunerado para los hogares, es decir, trabajo doméstico y de cuidado de miembros del hogar. Este aspecto sugiere que los hombres, al llegar a estas edades, colaboran en mayor medida con actividades domésticas y de cuidado al interior de sus hogares.
En México, la asignación de roles de género tradicionales sigue presente en la participación y tiempo que la población, de 60 años y más, destina a las diferentes actividades