GABRIELA VILLAFUERTE COELLO
Presidenta de la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
México ha avanzado en la creación de un marco jurídico a favor de la igualdad de género, pero si no existe un cambio cultural y social, un cambio completo de mentalidad, no habrá ley ni sanción que funcione. Hace dos años, en la presentación de su iniciativa
“Let Girls Learn” (Dejen que las niñas aprendan), Michelle Obama pidió que iniciara un gran cambio cultural que transformara las “distintas varas de medir que se aplican a mujeres y hombres, ya que la verdadera igualdad no solo se consigue con leyes, sino también cambiando las mentes y los corazones” 1.
La igualdad por derecho está reconocida en nuestras leyes, pero la igualdad real, la del disfrute de esos derechos, está limitada por la cultura, no por las normas. De poco sirve si, por ejemplo, hay una convocatoria para ser jueces y juezas que estipule la participación paritaria, pero está llena de obstáculos por cuestiones de género, como haber tenido una carrera judicial continua o diversos puestos de mando superior, o contar con maestrías o doctorados. Estos requisitos son difíciles de cumplir para una mujer que es madre o que cuida una familia, pues las mujeres somos, en general, cuidadoras y nadie se pregunta si es por naturaleza o por imposición. O bien, esas juntas de trabajo a las que asisten el mismo número de hombres y mujeres, pero a ellas (a nosotras) no nos escuchan o nuestras propuestas no se ponen en marcha.
Estas son igualdades aparentes porque les falta equidad. Por un lado, para llegar a una verdadera igualdad hay que ser equitativo y reconocer las diferencias, porque no nacimos iguales, ni crecemos en condiciones similares, desde el principio las desventajas y los obstáculos se ponen en el camino de las mujeres.
Por otro lado, tengo una duda fundada: ¿ya llegamos al punto más alto de la curva de violencia contra las mujeres? No lo creo. Parece que aún no nos hemos sorprendido lo suficiente para unirnos y motivarnos a actuar para detener la discriminación, la estigmatización, la intimidación y la agresión hacia este género.
¿Dónde queda el compromiso de poner las palabras en acción? Incluso me parece que quienes critican abiertamente el feminismo son rivales más congruentes y que se pueden convencer de lo contrario con más facilidad, que quienes aseguran apoyar a las mujeres, pero en privado ejercen múltiples formas de violencia contra ellas y limitan su desarrollo.
Por muchas razones, las mujeres estamos obligadas a combatir paradigmas, sobre todo, porque estos se conectan con otras desigualdades que también aquejan a la sociedad.
El balance es tan desalentador en todos los sentidos que, sin pesimismo, considero que no hay condiciones para cumplir con la Agenda de Género 2030. La evidencia que salta a la vista es que entre más participan las mujeres en la vida política, las muestras de violencia en su contra aumentan a la par. Tenemos 12 años para corregir desde los cimientos y, a este paso, el tiempo no será suficiente.
El tema es llamativo. La mayoría de los actores políticos hablan de él, está en todas las agendas, en las políticas públicas y en los foros; se atienden exhortos internacionales, tenemos normas de vanguardia creadas con buena fe, pero si no hay cambios de estructura radicales en la sociedad y la cultura, las leyes nacen y seguirán naciendo muertas. REFERENCIA: 1 https://rpp.pe/mundo/actualidad/como-combatir-la-desigualdadde-genero-michelle-obama-te-lo-explica-noticia-976512
Las mujeres estamos obligadas a combatir paradigmas, sobre todo porque estos se conectan con otras desigualdades que también aquejan a la sociedad