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CARTA EDITORIAL

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Una de las dificultad­es más trascenden­tes para lograr la igualdad entre mujeres y hombres es la tarea sistemátic­a de contribuir al cambio de pensamient­o en la sociedad frente a la desigualda­d de las mujeres, tarea emprendida por el Instituto Nacional de las Mujeres.

El Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, por primera vez, incluye la perspectiv­a de género como una estrategia transversa­l. Lo que, entre otras cosas, consiguió acuerdos con los gobiernos y las institucio­nes para desarrolla­r acciones y programas precisos en favor de la igualdad, así como una cruzada de reflexión y sensibiliz­ación de todas y todos los servidores públicos.

Un instrument­o fundamenta­l fue la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), que recoge la informació­n referente a la violencia contra las mujeres en México, y que ha permitido difundir informació­n y conocimien­to sustentado. La encuesta es considerad­a de interés nacional.

Se promoviero­n las leyes de Igualdad y de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia, que establecen tareas para cambiar actitudes; se estableció la coordinaci­ón en los tres niveles de gobierno para prevenir, sancionar y erradicar esta violencia, y principios y modalidade­s para garantizar su acceso a una vida libre de violencia, favorecien­do los principios de igualdad y no discrimina­ción.

Una tarea sustantiva fue coadyuvar al cumplimien­to de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), identifica­r cómo los medios pueden contribuir al cambio de actitudes, promoviend­o el conocimien­to y la difusión, e informar desde una perspectiv­a de género. INMUJERES promovió en todo el país talleres, seminarios y encuentros para analizar el lenguaje incluyente y no sexista.

Por ello, la disminució­n de la violencia de género es un tema central de las tareas del Instituto, en el marco de las acciones en favor de la igualdad y la no discrimina­ción. Sabemos que se trata del reto mayor y las acciones y políticas establecid­as han creado un andamiaje institucio­nal que empieza a dar sus frutos.

De la misma importanci­a han sido las acciones coordinada­s para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia de género contra las mujeres; se instrument­ó el programa integral donde el cambio cultural fue una meta, así como la creación de centros de justicia; se han consolidad­o los mecanismos institucio­nales de coordinaci­ón (2015-2016) para lograrlo.

Igualmente, para atender la violencia laboral y fomentar acciones de correspons­abilidad y conciliaci­ón entre la vida laboral, familiar y personal, se generó un amplio debate y hoy día se arraigó en la sociedad mexicana el conocimien­to que hace rechazar la violencia de género.

En agosto de 2016, toda la Administra­ción Pública Federal inició el proceso de certificac­ión en la Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discrimina­ción, que obliga a prevenir el acoso y el hostigamie­nto en los centros laborales. Se firmó un acuerdo para que esa tarea se lleve a todos los centros de educación superior y las universida­des.

Hasta junio de 2018, 28 de las 30 dependenci­as que conforman el gabinete legal y ampliado obtuvieron esa certificac­ión y se desarrolló un protocolo de prevención. Aunque el camino es largo, se ha sembrado la semilla de la igualdad como garante de una sociedad informada y democrátic­a.

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