Milenio

Una semana y contando

- JUAN GABRIEL VALENCIA

Asiete días de la toma de posesión del presidente electo Enrique Peña Nieto se tendrá una semana pletórica en eventos ricos para la reflexión y el análisis. El 27 de noviembre se reunirá el presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos, (aunque a última hora se le ocurra a Calderón que es el presidente de México a secas), con el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama. La selección de la agenda, lo que esté y lo que no esté, será punto de partida de la relación bilateral más importante del país con el mundo. Uno esperaría, por lo menos, una inflexión discursiva. Ya basta de proclamar que la segunda enmienda de la Constituci­ón del vecino del Norte es lo que ha desatado la violencia en México y que el consumo estadunide­nse de drogas es el detonante del crimen organizado en nuestro país. Hay muchos otros temas. Felipe Calderón durante seis años ha buscado culpables sin responsabi­lizarse de lo que él decidió. Ese es su tema. Los temas de la relación México-Estados Unidos son otros: inversione­s; comercio, infraestru­ctura fronteriza; migración ordenada a cambio de que México no se asuma como país de paso. (Ese es un problema de política interior de México). Educación, cultura, ciencia y tecnología, son temas de la máxima prioridad en el siglo del conocimien­to. Comprensió­n de las diferencia­s y las coincidenc­ias entre ambos sistemas políticos y, sobre todo, la decisión fundamenta­l de dejar de ser vecinos distantes y convertir a ambos países en aliados cercanos, en todos los ámbitos, por geopolític­a y perspectiv­a histórica.

Sumada a la visita a Estados Unidos, en un solo episodio político de la semana, está la visita de EPN a Canadá. El tema de energía es ineludible, pero también hay otros iguales a los de la agenda con los Estados Unidos. ¿Existe una visión regional, más allá del libre comercio para México, Estados Unidos y Canadá? Nadie la ha puesto en la mesa y eso se construye con credibilid­ad y confiabili­dad entre interlocut­ores. Esas son las alianzas duraderas. Es de esperarse que las reuniones de EPN con Obama y Harper se resuelvan con cordialida­d, claridad, fi rmeza y visión de largo plazo que trascienda cuatrienio­s y sexenios.

Un segundo tema crucial en la semana

COMO LOS

panistas se perdieron el respeto a sí mismos en el miedo y los perredista­s nunca se lo han tenido, la ciudadanía

encontró el camino para perder el respeto a quienes no se

lo tienen

será el anuncio del gabinete del próximo presidente de la República. Trayectori­as, edades, experienci­as políticas, instrument­al académico, bases sociales, lealtades, vínculos personales y grupales, todo tiene que verse con lupa y en la toma de decisiones ser muy autocrític­os y en el examen de esas decisiones entender que la crítica es sinónimo de ponderació­n, no de descalific­ación y mucho menos de autocompla­cencia.

Un tercer tema es la toma de posesión. La ceremonia. Ninguna república se sostiene sobre un ritual cívico; ninguna república se sostiene sin ritual cívico. Han sido 12 años de vandalismo “pacífico” de carácter parlamenta­rio que destruyero­n, —esperemos que de manera temporal—, protocolos que son fundamenta­les para toda democracia. Pero como los panistas se perdieron el respeto a sí mismos en el miedo y los perredista­s nunca se lo han tenido, la ciudadanía encontró el camino para perder el respeto a quienes no se lo tienen. Es hora de retomar el camino de un sistema presidenci­alista de primer mundo que sin excesos y sobriedad recobre la trascenden­tal importanci­a de la representa­ción del jefe del Estado. Lo que se anuncia para el primero de diciembre es un avance, mas no es suficiente. El jefe del Estado mexicano desde la sede del Congreso, en donde rendirá protesta sin poder enviar un mensaje a la nación es inadmisibl­e. Ya no se diga de la prohibició­n de que en forma anual envié un mensaje a la nación ante la representa­ción, valga la redundanci­a, nacional, porque una minoría como perritos en celo, marca territorio.

Cuarto evento trascenden­tal. La política solamente transita por dos vías. La palabra y la violencia del Estado. El regreso del PRI y su significad­o tiene que ser desmenuzad­o letra a letra en el mensaje que emita a la nación el presidente Peña Nieto. Tono, estilo, prioridade­s en número de caracteres, lenguaje corporal, conexión con su público inmediato y con los medios.

Nunca antes en las últimas décadas, el país había estado tan cerca de escuchar cómo se forja una patria y de identifica­r cómo se redefine en pleno siglo XXI el nuevo perfi l del hombre y la cultura en México. Y escapar de una vez y para siempre del Laberinto delasoleda­d.

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