La punta del iceberg
En 2010, la policía de California dio a conocer el álbum fotográfico del homicida serial Rodney Alcalá, con 215 imágenes de mujeres, hombres y menores de ambos sexos, que se especula fueron asesinados por el fotógrafo freelance. Los resultados desalentaron a las autoridades, al recibir solo 50 llamadas de familiares de las posibles víctimas, información que no despejó la duda acerca del paradero o condición de las personas desaparecidas.
Cuatro años antes, en 2006, el método de hacer públicas las fotografías de personas (en este caso solo mujeres) vinculadas a un homicida había sido aplicado también por la policía californiana tras la detención de William Richard Bradford, que utilizaba el viejo truco del fotógrafo en busca de modelos a las cuales lanzar a la fama. El ardid de Bradford era usado por Alcalá, y antes de éste fue puesto en práctica por el sádico Harvey Murray Glatman en los años 50, la época de oro de las revistas pulp de detectives.
Después de que los investigadores judiciales fueron alertados, entre julio y agosto de 1984, de la desaparición de la empleada de bar Shari Miller y de la adolescente Tracey Campbell, comenzaron la búsqueda de un individuo que, de acuerdo con testigos del establecimiento en el que trabajaba Miller, se había acercado a ésta solicitándole que aceptara posar en una sesión artística.
Las pesquisas derivaron en la detención de Bradford, que al ser interrogado no ofreció pistas del paradero de la mujer. La policía registró el departamento del sospechoso y encontró 54 fotografías de mujeres, entre ellas la de Miller. En una de las imágenes, la víctima posaba cerca de una roca que un agente identificó.
Los agentes se trasladaron al lugar —un paraje solitario de Hollywood— en el que hallaron el cuerpo descompuesto de Shari Miller. La joven había sido violada y estrangulada. Los tatuajes de su cuerpo fueron removidos con un instrumento cortante, y todo hacía suponer que el criminal los había guardado como trofeos, aunque no fueron hallados en el departamento de Bradford. A unos cuantos metros de donde Miller fue tirada, los trabajadores desenterraron el cadáver de Tracey Campbell.
Durante su juicio, Bradford despidió al abogado asignado por el estado de California, al sentir que su defensa no era la adecuada. De nada sirvió el cambio: el hombre fue condenado a muerte, pese a que él negó en todo momento ser el autor de los homicidios que se le imputaban.
Los detectives con más experiencia no solo estaban seguros de que Bradford era el asesino de las dos mujeres, sino que el caso tenía mucho más tela de dónde cortar, sobre todo después de que el propio sospechoso había dejado entrever esa posibilidad, al declarar: “Piensen de cuántas mujeres más nunca sabrán nada, y estarán en lo cierto”. De hecho, el capitán Ray Peavy, sheriff de homicidios del condado Los Ángeles, expresó: “Esta es solo la punta del iceberg”.
En 2006, después de que las autoridades hicieron públicas las 54 fotografías halladas en el departamento de Bradford, la mayoría de las posibles víctimas se comunicó con las autoridades para decir: “Estoy viva”. Solo 14 “modelos” permanecen sin identificar, aunque desde 1984 la policía ha recobrado los cuerpos de seis mujeres cuyas imágenes formaban parte del álbum secreto de Bradford, entre ellas la hermana de la estrella de la serie de televisión CSI, Eva LaRue.
En 2008, a los 61 años, William Richard Bradford falleció en las instalaciones médicas de Vacaville. De su boca no se supo cuántas mujeres mató y cualquier posibilidad de que lo hiciera se incineró con él.