Milenio

En modo griego

- Ernesto Jiménez Olín

En su reciente novela, ¡Ahuevo,KualaLumpu­r!, Jorge López Páez (Huatusco, Veracruz, 1922) simplement­e confi rma que es nuestro narrador más natural. Alejado de cualquier experiment­ación formal, a él ante todo le interesa contar sus historias de la manera más sencilla posible lo cual no significa que no exija un lector atento. Esta circunstan­cia es lo que ha provocado que no figure como numen de los adoradores de las actualidad­es. Más que en ninguna otra de sus obras en ¡Ahuevo, KualaLumpu­r!, lo importante no sucede en la superficie sino en lo profundo. Esta cuasi Bildungsro­man nos cuenta el paso de la adolescenc­ia a la madurez de su protagonis­ta Enrique. Huérfano de padres, vive al amparo en tiempos diferentes de dos familiares: sus tías Lidia y Leonorcita. Si bien la primera no era mala persona con él, el resto de los familiares sí lo incomodaba. Con su primo, que era contemporá­neo suyo, nunca se llevó bien; su tío era más bien indiferent­e; y el que sí le dejó una huella imborrable fue el cuñado de su tía, Baltasar, que lo hizo despertar al sexo de manera violenta mediante una fellatio. Con la segunda, Leonorcita, pariente que se le aparece inopinadam­ente pues creía que solo tenía una tía, Enrique encontrará una verdadera familia. En especial, el prominente político Víctor Zaragoza Limón, hijo de ella, será una figura fundamenta­l en su vida.

Esta relación es la historia esencial de la novela y lo que nos presenta es una actualizac­ión de la manera en que se relacionab­an los hombres en la antigua Grecia. Como es sabido, el hombre mayor tomaba bajo su égida a un imberbe y lo guiaba por la vida en todos sus aspectos (y cabe recordar que este tipo de relación no era condenada). Al verla desde esta perspectiv­a adquiere sentido lo que nos cuenta López Páez, porque si decimos que la novela únicamente narra el modo en como un joven va superando sus dudas y temores le quita toda sustancia. Dentro de su precaria situación, Enrique es un privilegia­do porque no va a carecer de amor ni de quien le haga saber que hay principios en la vida. Su educación, como lo querían los griegos, consiste en orientarlo hacia el Bien. Hacerle ver, siguiendo la defi nición de aquellos tiempos, que la justicia consiste en hacer lo que nos correspond­e, y la maldad es caer en la hybris, es decir, en el exceso y el rompimient­o de los límites. (La cuestión griega se refuerza por el gusto que Víctor le fomenta por Plutarco, autor de las Vidas.) No dejará de sorprender que este joven beba con los mayores y que ellos lo animen porque confían en su buen juicio. Víctor Zaragoza Limón, que la mayor parte de la novela se menciona por su nombre completo, en algún momento le dice. “Recuerda que no me gustan los borrachos, pero tampoco los abstemios”. Llegados a este punto es necesario aclarar que no se trata de una novela didáctica, nada más alejado de la visión literaria de López Páez. Lo que nos presenta es la vida en todos sus matices. El sexo no se soslaya, pero tampoco se regodea en él. Cuando las dudas ensombrece­n a Enrique en este sentido, Víctor está ahí para despejarla­s y hacerle ver las distincion­es que existen entre el amor entre varones. En general, acepta su elección, pero no puede evitar querer tapar el ojo al macho ante sus compañeros de escuela a los que se ve obligado en ciertas circunstan­cias a mostrarles que es “viril”.

Esta historia se contrapunt­ea con la relación que Enrique establecer­á con María Aurora, una norteña que casi le echa a perder la vida de privilegio­s que lleva y con la que tendrá sexo pero no por un deseo que ella le despierte, sino debido a los objetivos que ella se ha trazado. Es decir, Enrique fue utilizado. Hay otros misterios que el lector irá descubrien­do, como el porqué del enigmático título del libro. Pero como este se descubre propiament­e al fi nal de la novela, no vamos a cometer la indiscreci­ón de darlo a conocer.

Con ¡Ahuevo,KualaLumpu­r!, López Páez encantará, claro, en el sentido mágico del término, al lector que busque literatura, no modas pasajeras.

Jorge López Péz ¡Ahuevo,KualaLumpu­r! Fondo de Cultura Económica México, 2012

164 pp.

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