Entre la compasión y la soledad
Todo en Intervenciones se explica por la presencia de una suerte de demiurgo para quien no hay más ley que la del poder ciego
Un arrendador con actitud extraña muestra a inquilinos en potencia un departamento en la colonia Narvarte, donde está por desencadenarse una serie de acciones funestas a dos pasos del espectador, quien sentado a ras de la sala percibirá que objetos, ruidos y música monótona generan una atmósfera enrarecida que encierra secretos de abandono, abuso, desamor y fatalidad.
El dramaturgo, que en esta ocasión escribe y dirige, crea, junto con los actores del colectivo escénico El Manatí Rosa, un espacio de confrontación interna entre el público, que no tiene lugar para protegerse de lo que recibe, y unos personajes que mueven a la compasión desde su soledad desesperada.
Escrita por Hugo Wirth, esta obra, que se caracteriza por situaciones en las que el sexo y la violencia son parte fundamental de la historia, posee una estructura dramática de buena construcción, mediante la cual los personajes describen una eficaz trayectoria en caída libre.
La contundencia de cada personaje, extraída de una realidad asfixiante, a raíz de una necesidad urgente de ser amado, transforma a los personajes en deshechos humanos.
En la sala del descuidado departamento, donde las huellas del tiempo arañan muros y mobiliario, los actores consiguen transformarse en un taimado de bajo instinto, una madre y un hijo separados por el tiempo y el silencio, dos hermanas unidas por el rencor y el abandono y una joven atrapada en la ansiedad centrífuga; todos en un espacio donde se cruzan épocas pasadas y tiempo real, en circunstancias fuertemente asidas a las acciones de un personaje oscuro en busca de saciar su vacío.
Bajo el título de Intervenciones, esta obra resulta una experiencia de choque que conmueve desde la repulsión que produce observar, como testigo del entorno, a seres comunes con los que nos cruzamos a diario, personas de estatura cotidiana, al arbitrio de sus deseos, de su pavor, de su búsqueda personal o de su adicción; seres arrinconados por sí mismos y por una sociedad impasible, por una existencia que oculta las pocas opciones y desaparece las herramientas para asirlas.
Bien planteada y resuelta escénicamente por el dramaturgo y director, quien hace coincidir arrendatarios diversos, cuyas esencias se mezclan sin que puedan verse en la ficción, mientras los actores se cruzan con velocidad en el mínimo espacio sin demérito de la veracidad de cada circunstancia, Intervenciones es un montaje que conduce al espectador a realizar la elipsis mental necesaria para ser parte de un juego de control emocional por iniciativa de un hombre pequeño.
Sin dejar de notar la falta de preparación en cuanto al manejo de la voz, de la expresión corporal y de la experiencia que dan las tablas en buena parte del elenco, así como la poca inflexión o el énfasis destemplado en algunos diálogos y errores palpables en la dicción, estas fallas otorgan paradójicamente mayor veracidad a los personajes.
Con iluminación y asesoría en espacio escénico de Carolina Jiménez, asistencia de dirección de Élfega Sánchez, producción del colectivo e interpretación de Jorge Salas, Eynar Villanueva, Viridiana Buñuel, Jazmín Arizmendi, Claudia Wega y Gabriela Moncada, el montaje es producto de un laboratorio permeado por un rigor dramático de dirección y de interpretación, que merece atención por la honestidad encontrada para exponer lo propuesto, más allá de contar con la técnica, el apoyo de instituciones o una producción onerosa, que, como queda demostrado en este caso, son elementos prescindibles cuando se ha conseguido todo lo demás.
La necesidad de encontrar un timing más preciso de las acciones que el espectador escucha a través de la puerta, es algo que director y actores deben conseguir de inmediato. Sin embargo, y por encima de estos detalles que pueden hallar pronta solución, el intenso trabajo, el vigor, el hallazgo de los personajes, la densidad de las situaciones, la creación de atmósfera y la entrega absoluta del equipo, dan como resultado una vivencia detonadora; una especie de rebautizo por vía del horror, que dejará al espectador en shock, tocado por unos personajes que empezarán a tener vida propia dentro de quienes pudieron tenerlos cerca.
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