Los cacahuates de Jesús Martínez
“L os mexicanos ya no estamos para eso, estamos para vender muy bien a nuestros jugadores. Si es que Héctor Herrera se llega a ir, sería la venta más grande en la historia del futbol mexicano, él no se va a ir por cacahuates”, declaró Jesús Martínez –cabeza del Grupo Pachuca- cuando salió al paso de los trascendidos que ponen al eficiente mediocampista –campeón con la selección olímpica en Londres- en el futbol de Europa, en concreto en el Porto de Portugal, donde ya tiene un lugar el defensa Diego Reyes, del América –que se queda prestado medio año en México-.
En tiempos de Manuel Lapuente en América, también el veterano entrenador lo había dicho con tan claridad; decía entonces Manolo que no se trataba de irse por irse a otro continente, tan sólo porque se tratara de Europa; hacía hincapié Lapuente en el valor que el futbolista mexicano, y sus clubes, debían darle al talento nacional y no dejarse sorprender ni apantallar por tal motivo. Toda la razón.
Así, baratitos, se fueron otros talentos mexicanos a jugar a Europa, los nombres de antaño triunfaron, sabe usted quiénes son; otros simplemente se fueron de pase, frustrados por calentar banca pronto volvieron, aunque ninguno mostró arrepentimiento. Así es el futbol y así es la vida, de ida y vuelta.
Cuando el Ribéry mexicano (por Franck Ribéry, el del Bayern Munich) se vaya a Europa –sí es que se va- será por el precio justo, cotizado, en la misma metida en que Pachuca invirtió en su formación, una fórmula que sano sería replicaran otros clubes y le hicieran entender a sus jugadores que es el mejor camino; no comprender sería la muestra de la asignatura pendiente en el futbol mexicano: la formación desde cadetes para que los muchachos sepan lo que valen y lo que deben exigir para su porvenir. Cacahuates, sólo de botana.