PENDIENTES DEL TEATRO/I
Hace seis años, en este mismo espacio, escribía con cierta virulencia sobre temas que me parecía resultaba crucial tomaran en cuenta las nuevas autoridades de cultura del gobierno entrante de Felipe Calderón. Cualquiera de tales temas ha sido motivo de artículos a manos de otras plumas, así como de discusión en foros, mesas redondas y, sobre todo, charlas de café, pasillo o sala de espera de funcionarios. Es decir, son asuntos que están en boca de todos; pero, por alguna razón, no ha existido un frente común de parte del gremio teatral para exigir y provocar un cambio (supongo que pasa algo similar en otras artes) y tampoco los responsables de la cultura buscaron darles una salida. Me parece.
Los temas planteados hace un sexenio en esta columna eran:
1) La urgencia de entrarle con decisión a un replanteamiento de la relación sindicatos-instituciones y, por tanto, un cambio radical en la inversión en cultura dado que hoy continúan gastándose 90 centavos de cada peso en burocracia y horas extra cuando en Canadá —por ejemplo— esos rubros no rebasan los 35 céntimos por dólar.
2) Argumentar y provocar la decisión política que haría que los teatros del IMSS pasaran, junto con el Fideicomiso Teatro de la Nación, a manos del Conaculta o bien se otorgaran a agrupaciones, universidades y secretarías (institutos- consejos) de Cultura estatales.
Las autoridades del IMSS que hoy llevan los teatros han hecho esfuerzos importantes (de los que habremos de hablar), pero la discusión es otra: los inmuebles perdieron su sentido y deben pasar a instancias que les darían una vida adecuada. En este punto recordemos las declaraciones de Santiago Levy, quien, cuando fue titular del IMSS, declaró que los teatros rendirían más como estacionamientos.
3) Revalorar e impulsar el Programa Nacional de Teatro Escolar, que ha dejado de atender a cientos de miles de niños al año, los que no conocen ni conocerán el teatro, como el 60 por ciento de nuestros conciudadanos. Se mencionaba también la falta de regulación de un teatro marginal y mercenario, miserable en calidad y contenidos, que continúa realizándose con la complicidad corrupta de supervisores y maestros de la SEP.
4) La urgencia de apostar por la formación continua a través de la promoción no solo de cursos, seminarios y talleres de largo aliento, sino también con la generación de materiales didácticos y de divulgación. En este rubro hay avances importantes (editoriales y pedagógicos), y podemos decir que si un factor ha jugado en contra de un mayor aprovechamiento, ha sido el propio gremio.