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“Como los mayas”, Peña ve nueva era

Llama a acelerar el proyecto de tren transpenin­sular, a fin de licitarlo e iniciar obras en 2014 Inaugura el Gran Museo con asistencia del gobernador Zapata y el empresario Carlos Hank PARALAJE Lecciones del Congreso LIÉBANO SÁENZ

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Hay un cambio radical en el desempeño del Congreso; se ha pasado de la rigidez e intransige­ncia a la productivi­dad fundada en el acuerdo y la flexibilid­ad de posturas. Importante­s reformas y proyectos legislativ­os son ágilmente atendidos, enriquecid­os y aprobados por mayorías amplias e incluyente­s. Ambas cámaras están viviendo su mejor momento. La pluralidad está haciendo su trabajo; esta vez nadie podría decir que sea el caso de iniciativa­s elaboradas en las oficinas gubernamen­tales y aprobadas acríticame­nte por los legislador­es. Hay un proceso muy intenso de negociació­n, discreto, pero eficaz.

El Pacto por México es una expresión pública que ofrece un panorama de las prioridade­s del acuerdo plural; por lo que ha ocurrido en estas tres semanas, se puede decir que no existe precedente en el país y que, incluso, ha probado ser más útil y productivo que muchos de los que se aluden de otros países.

No es aceptable cuestionar los proyectos únicamente por la agilidad con la que se les atiende en el Congreso. Quizás algunos legislador­es no estén debidament­e informados o no participen de los acuerdos al interior de sus organizaci­ones políticas; en la actualidad se legisla con facilidad porque la antesala de la negociació­n y deliberaci­ón fue intensa y eficaz y, porque el contenido de lo propuesto convence. Aún así, en el curso del proceso legislativ­o los diputados y senadores han tenido la oportunida­d para mejorar las propuestas y, en los casos en los que alguna modificaci­ón se ha estimado convenient­e por la mayoría de las fuerzas políticas, así ha ocurrido.

Tampoco es admisible la tesis de que la aprobación de las reformas es únicamente en beneficio del presidente Peña Nieto. Es inobjetabl­e que un Presidente que ejerce liderazgo y tiene un equipo con habilidad para el acuerdo y la negociació­n es mérito, y no debiera haber regateo en reconocérs­ele. Que el Presidente sea eficaz en la negociació­n lastima a quienes en el pasado lo intentaron y no lo lograron, pero lo relevante no debiera ser eso, sino algo que implica una mayor transcende­ncia, es decir, que las reformas se traduzcan en beneficios tangibles para el país. De esta forma, no es ni atendible ni entendible la creencia de que las reformas deban obstruirse porque benefician a quien gobierna, menos aún lo es en un contexto en el que el consenso en su aprobación muestra que la mayoría considera que lo aprobado es lo mejor para México.

Los acuerdos plurales y la aprobación de las reformas sí tienen un efecto positivo en la valoración del gobierno y de quien preside, pero también compromete y obliga a un ejercicio de inclusión y de respeto hacia todos. De lo que se trata es que el Presidente cumpla con su condición de jefe de Estado al asumirse representa­nte de la pluralidad nacional. También se trata de que en el ejercicio de la política y del gobierno se mantenga

EL CONGRESO cierra sesiones

haciendo su parte, y con el reconocimi­ento de quienes observan y

desean lo mejor

una posición clara sobre hacia dónde llegar y cómo hacerlo.

Las diferencia­s políticas son inevitable­s y convenient­es, pero también hay temas en los que las principale­s fuerzas políticas pueden coincidir sin regateo a su ideología. Así, un presupuest­o que recoge las preocupaci­ones compartida­s y diversas es susceptibl­e de rápido estudio y aprobación mayoritari­a. Esta situación también se replica en las discusione­s en materia de transparen­cia en las que, en caso de aprobarse, seremos testigos de un avance histórico respecto al fortalecim­iento del IFAI y que, de incorporar como sujetos obligados a la transparen­cia a todos aquellos que reciben o ejercen recursos públicos, es totalmente explicable el encuentro de los partidos en el Congreso, ya que estos son temas de Estado, defi niciones fundamenta­les que incorporan a la diversidad institucio­nal y que trasciende­n al momento.

Por su parte y respecto a la reforma constituci­onal en materia de Educación, cierto es que resulta un asunto sumamente delicado y sensible, cuyo diseño no debiera tener más dedicatori­a que el deseo compartido de mejorar la educación pública. El gremio magisteria­l está en su derecho de velar por las prerrogati­vas de sus miembros, como también están en el suyo la mayoría de los legislador­es quienes votaron por transitar el sistema de educación pública a estándares y procedimie­ntos que garanticen calidad y que den al Estado mexicano autoridad sobre el tema. La madurez y la responsabi­lidad habrán de prevalecer.

Es importante que los legislador­es se reconozcan a sí mismos en la relevante tarea que están realizando a favor del país. Un Congreso que legisla es un órgano de representa­ción que se acredita al cumplir la función que le correspond­e. También es un mérito de las direccione­s nacionales de los partidos, quienes han contribuid­o de manera importante en la elaboració­n de propuestas y en la defi nición de acuerdos, facilitand­o con ello el proceso legislativ­o.

El país no solo está transitand­o hacia la reconcilia­ción, se están construyen­do las bases para un nuevo ejercicio de la política. Por ello es importante que quede atrás el agravio por el desenlace electoral. La izquierda lo ha resuelto de manera inteligent­e, a través de darle un espacio diferencia­do al proyecto radical, de manera tal que las necesidade­s de negociació­n y acuerdo no se vean comprometi­das por quienes asumen una postura contestata­ria a todo lo que venga o haga el gobierno. En el caso de Acción Nacional es fundamenta­l que sus legislador­es superen el resentimie­nto por la derrota electoral. Por bien del Congreso y del mismo PAN es deseable que lo acontecido en días pasados sea una corrección del errático inicio que mostraron los senadores albiazules.

El Congreso ofrece lecciones muy positivas y encomiable­s. Mérito de los coordinado­res, de los dirigentes de los partidos y de quienes desde el gobierno han sido promotores y facilitado­res del acuerdo y entendimie­nto. Los hechos revelan que la ética de responsabi­lidad mucho aporta y contribuye al bien del país y de la política. Esto no anula el debate y, eventualme­nte, los desencuent­ros y que futuras reformas no cuenten con el respaldo de todos los partidos. Así es la política y también así es válido gobernar en democracia. Por lo pronto el Congreso cierra sesiones haciendo su parte y con el reconocimi­ento obligado de quienes observan y desean lo mejor para el país.

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En San Lázaro se aprobó la reforma educativa.

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