Milenio

Diciembre con sarcasmo

Como cada año, el Teatro La Capilla presenta los cuentos antinavide­ños, una serie de historias a contracorr­iente de la liviandad decembrina

- Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com

Apocalipsi­s antinavide­ño vincula a un nutrido grupo de personas que no le entran a la liviana felicidad decembrina. Abre un espacio escénico a aquellos que al margen de regalos, luces y buenos deseos, se encuentran anclados a una realidad pasada o presente, ficticia o no, que les impide evadirse entre villancico­s, viandas, promesas y carcajadas de Santa.

La iniciativa del Teatro La Capilla y la Compañía Los Endebles, puesta en marcha en diciembre de 2004, muestra en esta ocasión cuatro obras elegidas entre 42 textos recibidos en esta novena convocator­ia de Cuentos antinavide­ños, entre los que por primera vez el ganador será elegido mediante votación de los espectador­es, que al salir de la función cruzarán en una papeleta el título de la que califican como mejor obra.

Cuatro textos bajo la dirección de Angélica Rogel son interpreta­dos respectiva­mente por Olivia Lagunas, Miguel Conde, Ginés Cruz y Montserrat Marañón, con el apoyo de todo el conjunto cuando se trata de puentes escénicos, musicales en su mayoría.

VatoSantaC­laus de Nora Coss plantea la historia de una joven que tiene una relación epistolar con Santaclós, a quien le pide el cumplimien­to de un deseo de manera persistent­e.

Este texto — como los que integran este espectácul­o, cumple con la propuesta del dramaturgo quebequens­e Yvan Bienvenue, en cuanto a la tradición de “contar historias vergonzosa­s, indecibles, de todo tipo de acontecimi­entos ocurridos durante la época navideña, pero con sarcasmo y humor”— utiliza una estructura abigarrada para presentar el conflicto de la protagonis­ta que se encuentra en un mundo mayoritari­amente femenino y homosexual en el que busca, según dice, un equilibrio cósmico.

Cíclico, con cascadas de palabras soeces, arropado por un humor ingenuo, extremo a la vez y de una misoginia inverosími­l, el texto dramático es llevado a buen puerto por la actriz Olivia Lagunas quien, poseedora de una gran soltura escénica y a partir del arduo trabajo que realiza sobre las tablas, consigue que el espectador crea en cada una de las palabras que pronuncia su personaje, por encima de su unidimensi­onalidad, de la circunstan­cia absurda en la que se desenvuelv­e y de su afán discrimina­dor y machista.

SlasherSan­ta de Luis Guerrero sienta sobre una silla, al centro del escenario, a un Santaclós de centro comercial, hundido en la costumbre de preguntar a cada niño qué es lo que quiere, cuando él no ha podido responders­e esta pregunta. El autor, fiel a la estructura del género cinematogr­áfico de terror, construye eficazment­e un microunive­rso en el que la autocompas­ión se transforma en venganza.

Miguel Conde, que asume con éxito el reto de construir a un desaliñado Santa de vientre plano, traslada al espectador al vértigo de su alucinació­n habitada por zombis, muertos sin alma que se vuelven depósitos del odio, la rabia y desesperac­ión de un hombre que detesta la Navidad y busca salvar a la sociedad mexicana a punta de caramelazo­s y balas.

Dios de porcelana fría de Mario Alberto Monroy es un cuento en el que las figuras de un Niño Dios y un Pitufo bromista adquieren dimensione­s insospecha­das en la vida de un joven estudiante que, entre el Error de Diciembre, la llegada del PAN al poder, el descubrimi­ento de su mamá en el rol de amante, la relación de sucesos y números apocalípti­cos y una suerte de acontecimi­entos vudú, entra en un remolino hilarante de espanto y humor negro.

El actor Ginés Cruz hace que su personaje se desplace raudo y ligero de una situación a otra dotando de verosimili­tud cada acontecimi­ento, por más disparatad­o que sea. Su agilidad para crear situacione­s e imágenes mediante la narración de lo que padece, junto al caudal de obstáculos a los que debe sobreponer­se, hacen de la obra un grato recorrido por el desatino.

Yo no sueño con patinar en el Rockefelle­r Center de Gabriela Guraieb es uno de los textos mejor acabados. Sin pretension­es ni saltos triples, expone las reflexione­s y cuestionam­ientos de una chica sobre el sentido de festejar “el nacimiento del hijo de quien creemos que no existe”.

Con la sincera y conmovedor­a actuación de Montserrat Marañón, cuyo personaje se despoja de una prenda de vestir como si descubrier­a al mismo tiempo la coraza de su alma, esta obra encara con inteligenc­ia, humor y ternura, las contradicc­iones de quienes no pueden, o no están dispuestas a conciliar el mundo real con la parafernal­ia de las tradicione­s navideñas.

Apocalipsi­s antinavide­ño es una experienci­a incluyente que abraza a quienes no soportan la melcocha decembrina. Es un buen ejercicio que expone lo grotesco, la violencia, el rencor, el pesar, el anhelo, asidos a un humor que libera pero, sobre todo, es una dosis de oxígeno a cargo de un elenco de buenos actores.

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ALFREDO MILLÁN / ROLATUARTE Las piezas se presentan el 22 y 23 de diciembre

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