Milenio

“Un documental es también una ficción”

El proceso creativo y la llegada de Gabriel Orozco a los grandes museos del mundo son la columna vertebral de Campo abierto, más una intuición que una mirada inquisitiv­a

- Carlos Jordán gonzalezjo­rdan@gmail.com

Juan Carlos Martín conoce a Gabriel Orozco desde pequeño. Primero coincidier­on en alguna escuela y tiempo después el trabajo volvió a reunirlos. Producto de la relación entre el cineasta y el artista plástico, apareciero­n dos películas: GabrielOro­zco y Campoabier­to, la más reciente. Ambas se traducen en los más exhaustivo­s trabajos dedicados al proceso creativo del escultor, pintor y performanc­ero mexicano. ¿Por qué hacer una secuela dedicada a Gabriel Orozco? Cuando fui a ver su exposición en Bellas Artes agarré la cámara súper 8 y volví a filmar; te estoy hablando de 2005. Tiempo después encontré el material que se quedó guardado y me pareció interesant­e. Hablé con Gabriel y se nos ocurrió hacer unos pequeños cortos que tuvieran relación con los sueños. Seguí filmando y me di cuenta que podía haber una nueva película. ¿Pero en 2002, cuando concluye el primer documental, pensaba en retomar el tema? Nunca tuve la intención de hacer un segundo documental. Me fui a vivir a Francia y coincidí con la llegada de su exposición al Pompidou; después estuvo en la Tate Gallery. Gabriel es el primer artista mexicano que en vida recorre los principale­s museos del mundo. Resultaba interesant­e capturar eso. Quizá su amistad le ayudó a acceder a cierta informació­n, pero también pudo limitarlo respecto a ciertas cuestiones personales que prefirió no tocar. ¿Cómo lidiar con eso? Tu mayor virtud puede ser tu peor defecto. La distancia que pude establecer con Gabriel es la que ves en pantalla. Uno hace las películas desde uno mismo, no desde las expectativ­as de los demás ni desde el análisis. Realicé estos filmes de una manera intuitiva, prendía la cámara y de pronto algo empezaba a suceder. ¿Esta intuición lo lleva a convertirs­e en personaje? Me pareció interesant­e que si obligaba a los otros a decir cosas ante una cámara, algo que no siempre es divertido, incluir mi voz me compromete­ría y me permitiría transmitir una idea de diálogo. En algún momento de la película usted se pregunta “¿Soy yo a partir de quién eres tú?”. ¿Cómo se ve usted a partir de Orozco? Decía Oscar Wilde que cuando pintas el retrato de alguien más, en realidad pintas tu propio retrato. Un documental es también una ficción. El director escoge los momentos de realidad que hablan más de él que de lo que están retratando; es decir, la realidad no es más que un vehículo para expresar cosas que a uno le interesan. Hay un tono didáctico en la película, ¿fue premeditad­o? No me lo planteé. En los documental­es el proceso corre de modo inverso: primero filmas y luego escribes. El arte conceptual es en apariencia hermético pero quería demostrar que en realidad es al contrario. En la película hace escala en la retrospect­iva de Gabriel Orozco en el MoMA, que si bien fue importante también le valió cualquier cantidad de comentario­s adversos. ¿Por qué no ahondó en la parte crítica? Era un espacio difícil, era la primera de las cuatro exposicion­es alrededor del mundo. La del MoMA fue la más complicada, ya luego las cosas fluyeron de mejor manera. No me concentré en lo que dices porque me interesa más registrar elementos generacion­ales. Por eso aparecen Mauricio Rocha, Gabriel Kuri, Abraham Cruz Villegas. Esa es una de mis obsesiones. ¿Pero cómo vivió Orozco las críticas? Gabriel trabaja al margen de las críticas, tiene muy claro su camino. En el arte incluso las críticas dan prestigio. El arte no es algo bonito, debe perturbart­e y dejarte pensando. ¿Qué retroalime­ntación hay entre su obra y el trabajo de Orozco? No puedo hablar por Gabriel, pero en mi caso la idea de viajar, el movimiento, es algo que siempre me ha llamado la atención. Me enseñó a ver la realidad de una manera distinta; a tratar de estar más consciente de la belleza que me rodea y a ubicarme en el presente. Le he aprendido la pasión por la disciplina y la concentrac­ión. ¿Como observador de su trabajo, en qué momento se encuentra el proceso creativo de Gabriel Orozco? Vive una etapa de madurez. En París acabo de ver una exposición con árboles bambú que en lugar de hojas tienen plumas. Sigue experiment­ando. Se encuentra trabajando con el boomerang como espacio de pensamient­o. Es un hombre que sigue jugando.

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ESPECIAL El pintor, escultor y performanc­ero mexicano

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