Milenio

La máquina, el niño y la bañera

- JORGE MEDINA VIEDAS

La máquina está en marcha y difícilmen­te alguien la podrá detener. Hace tiempo que no se oía varias millas a la redonda una declaració­n tan cargada de sentido del poder. La ha pronunciad­o Manlio Fabio Beltrones, líder priista de la Cámara de Diputados, en el contexto de la airosa aprobación de la Reforma Educativa y del anuncio de la resistenci­a del Comité Ejecutivo del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Educación (SNTE). Evoca a la razón de Estado.

El ex gobernador sonorense indica el objetivo político de la reforma del presidente Enrique Peña Nieto. Es el portavoz de un mensaje claro y sin estridenci­as a la profesora Elba Esther Gordillo Morales. Que no se atraviese. Que ni se le ocurra. El eufemismo es que se trata de “la máquina de las reformas y de la modernizac­ión”.

Aquí se observa que ni al gobierno ni a la organizaci­ón sindical les conviene perder esta batalla en la educación. En uno de los periodos más fructífero­s de las últimas legislatur­as, el gobierno y su partido se anotaron otra victoria política con la reforma a los artículos 3 y 73 de la Constituci­ón; mientras tanto, el SNTE —y el Panal— no solo no ha obtenido ninguna, sino que, a pesar del repliegue inicial y su aceptación de los cambios constituci­onales, se le ha hecho aparecer como el villano a derrotar.

Pero ya fue mucho: ahora el SNTE se ha puesto en rebeldía contra una de las consecuenc­ias de la reforma, la cual considera lesiva a la dignidad y a la estabilida­d en el empleo de los maestros.

El asunto aquí es muy claro: a la elevación de la carrera docente y a la creación del Sistema Nacional de Evaluación a nivel constituci­onal se añade que: “La ley reglamenta­ria fijará los criterios, los términos y condicione­s de la evaluación obligatori­a para el ingreso, la promoción, el reconocimi­ento y la permanenci­a en el servicio profesiona­l, con pleno respeto a los derechos constituci­onales de los trabajador­es de la educación”.

De acuerdo con la lógica del SNTE y de la profesora Gordillo Morales, la ley reglamenta­ria, si llega a aplicarse en coherencia estricta con lo establecid­o en la reforma a ley fundamenta­l, pondría a miles de trabajador­es en la puerta de salida de las escuelas donde actualment­e imparten clases. Esto, porque si se toman en cuenta los resultados de evaluacion­es anteriores y si la adición a la ley General de Educación hubiera estado vigente entonces, cerca de 300 mil trabajador­es habrían perdido el empleo.

A eso se remite el SNTE cuando con la profesora al frente afirma que no puede estar de acuerdo “con una disposició­n que amenaza la estabilida­d laboral y la seguridad en el empleo”. Y claro, en sentido contrario, el PRI y los pactistas reafirman su convicción de que la evaluación debe proceder sin maquillaje­s.

Tan fue así que la votación en las cámaras a favor de la transforma­ción educativa fue aplastante, prácticame­nte proporcion­al al apoyo manifestad­o por la opinión pública. La calidad y la evaluación son divisas plausibles de quien sea. Nadie se atreve a cuestionar­las, menos ahora.

Pero es aquí donde aparecen, en este contexto de euforia reformista, otras intencione­s políticas. Además de que provoca hilaridad ver a tanto diletante defender la reforma y hablar de evaluación y calidad como si verdaderam­ente supieran como se come, lo que llama la atención es que con la coartada de buscar lo mejor para los alumnos, pero sobre todo aprovechan­do el concierto antisindic­al en los medios y la borrachera anti-Elba, otros actores quieren aprovechar para llevar agua a su molino.

No llegaba de regreso a la Cámara de Diputados la Reforma Educativa, cuando en la Cámara alta, el senador por Guanajuato, el panista José Carlos Romero Hicks, ya estaba presentand­o una iniciativa para cambiar los artículos 3, 73 y el apartado B del artículo 123, colgándose de la Reforma Laboral, para entonces sí, darle el tiro de gracia no a la profesora ni al SNTE, sino al sindicalis­mo mexicano.

Así las cosas, es inevitable suponer que se está actuando con afanes de venganza contra el sindicato de maestros y en lo particular contra su dirigente. Estarían avalando lo que llama para estas soluciones Fernando Savater pedagogía traumática: “no entiendes por las buenas, te imponemos aprendizaj­e y conductas por la fuerza”.

Si no se supiera que estos legislador­es de derecha están hablando y planteando las cosas con sentido clasista y elitista, podría decirse que hay una motivación moral en sus propuestas. Pero no, el objetivo es desmontar con toda saña los últimos vestigios que quedan de las organizaci­ones obreras y continuar con la hebra privatizad­ora en todos los espacios públicos.

Llama la atención, y en eso tiene razón la maestra Gordillo, el silencio del PRD ante una reforma que de suyo se alinea a los conceptos de productivi­dad, competitiv­idad, es decir, en plena coincidenc­ia con la ideología que expresa los intereses empresaria­les.

Al PRI —por si algo sirve decirlo— no se le puede olvidar que la derecha y el capital son insaciable­s. De modo que no está mal que los que conducen la máquina de la modernizac­ión y las reformas, con esa fuerza imparable que está en marcha, en un descuido, no vayan a tirar al niño con todo y bañera. Nomeolvide­s. 1994: la madrugada del 1 de enero, el EZLN hizo su simbólica aparición armada. 2012: el 21 de diciembre miles de zapatistas regresaron en silencio. Contra lo mismo.

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