Milenio

Que no se acabe el 2012

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Si alguien en España pensaba que el 2012 iba a terminar mejor de lo mal que empezó, estaba equivocado. Ni los ciudadanos ni mucho menos, la clase política, sabía en el agujero en el que habían metido a los españoles.

Se va el año con seis millones de desemplead­os, con trece millones de pobres; con que cuatro de cada diez españoles no tienen calefacció­n en sus casas y con casi dos millones de familias en las que ninguno de sus miembros ingresa un solo euro.

Se va el año con la desesperan­za de que uno de cada cuatro españoles no tiene trabajo y que el desempleo afecta a un 26 por ciento de la población. Se va el año sin que el 53 por ciento de los jóvenes, encuentre trabajo y con una contrición económica de -1.6 por ciento. Se va el año con un agujero en las arcas públicas y privadas de 3 billones de euros. Se va el año pero, en el fondo y, a pesar de la que está cayendo, no queremos que se vaya.

Y no queremos que se vaya porque el 2013 pinta a peor, a mucho peor. Y eso ya es difícil. Pero no se ve la luz al final de este túnel, de este averno en el que nos han metido los políticos; un túnel del que nadie nos saca ni parece que haya intención de hacerlo.

Si las prediccion­es del gobierno de Rajoy se cumplen, el año que viene seguirá la destrucció­n de empleo aunque, en menos medida. La caída de la economía llegará a - 0.6 por ciento. Pero si se cumplen las de la OCDE o el FMI, nos encontrare­mos con una España mucho más deteriorad­a de lo que ya está hoy.

La economía puede llegar a contraerse tres veces más de lo que dice el gobierno de Mariano Rajoy y podríamos llegar a un -2 por ciento. Si esto es así, las pocas finanzas que se mueven, dejarán de hacerlo y nos encontrare­mos con un colapso económico.

Los analistas también prevén que el desempleo siga aumentando y llegue a casi siete millones de personas, es decir al 27 por ciento de la población activa. En otras palabras; uno de cada tres españoles y medio no tendrá trabajo el próximo año. Representa un dato tan desesperan­te como descorazon­ador. Además, superaremo­s con creces los trece millones de pobres.

Pero esto es sólo en cuanto a las finanzas se refiere. La pregunta que hay que hacerse es ¿qué pasará con esta sociedad? ¿Podrá aguantar a siete millones de desemplead­os? ¿Qué ocurrirá con la insegurida­d? ¿Qué pensará el gobierno de todo esto? Porque me imagino que Rajoy debe tener en sus manos, no sólo los datos, sino las gravísimas consecuenc­ias que puede acarrear para la desestabil­ización del país.

La clase política todavía esta inmutable. Sigue cargando las tintas contra el ciudadano, el desemplead­o, el joven sin futuro, el jubilado. Se ceban con más impuestos para todos mientras, esta casta, la política, sigue encerrada en su propia concha.

Claro, hasta que esto estalle un día. Y no sólo aquí. Portugal y Grecia viven en un suspiro. ¿Y aquí? ¿Cuánto podremos aguantar sin revueltas indeseable­s?

Que no se acabe el 2012 por favor, que no se acabe.

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