Milenio

Mi libro del año

- LUIS GONZÁLEZ DE ALBA www.luisgonzal­ezdealba.com

Sin duda es Una historia deamoryosc­uridad, de Amós Oz, premio Príncipe de Asturias entre otros. El autor es uno de los primeros (¿el primero?) en escribir directamen­te en hebreo desde los tiempos del Cautiverio en Babilonia, hace más de 2 mil 500 años, durante el cual desapareci­ó el uso común del hebreo. Jesús habló arameo, como cualquier otro judío de su tiempo, más o menos el reinado de Augusto en Roma, aunque ninguno de los cuatro evangelios canónicos ni de los rechazados menciona la fecha de su nacimiento. Ni siquiera la época. El 25 de diciembre es una fiesta pagana al dios-sol, que renace luego del día más corto del año (el solsticio de invierno).

Como el latín en la Iglesia católica o el griego bizantino en la ortodoxa griega, el hebreo se conservó únicamente como lengua de la liturgia, conocida por los sacerdotes.

Amós Oz, nacido en Jerusalén en 1939, pertenece a la primera generación de niños para quienes el hebreo es su primera lengua: en la que se comunican al jugar, la que hablan en casas y escuelas. Resucitar una lengua muerta hace dos milenios y medio es uno de los prodigios, con el cultivo del desierto, de los primeros colonos en tierra que fue turca hasta 1918 e inglesa hasta 1948.

La unidad productiva y habitacion­al, el kibbutz, era la puesta en práctica del comunismo, según el cual se da a cada uno según sus necesidade­s: todos trabajaban y todos comían en un gran comedor provisto de enorme cocina. “…los niños de los kibbutzim no pertenecía­n a sus padres sino que ya a mi edad empezaban a vivir una vida comunitari­a autónoma de la que ellos mismos eran responsabl­es, limpiaban por turnos sus habitacion­es y decidían por sí mismos, por votación, a qué hora apagaban la luz y se iban todos a dormir”.

Al transforma­rse el hebreo en lengua viva, los jóvenes la emplean a su aire y, entre adolescent­es, pronto hubo términos inocuos que adquiriero­n tinte sexual. Así ocurre una de las más divertidas anécdotas y de las más apasionant­es para los que somos entusiasta­s de los idiomas.

“… el señor Begin (Menahem) empezó a hablar de la próxima guerra y de la imparable carrera armamentis­ta en todo Oriente Próximo. Pero el señor Begin, como todos los miembros de su generación, fuesen del partido que fuesen, utilizaba para decir ‘arma’ la palabra que había pasado a significar ‘polla’ (pito). Y, en consecuenc­ia, a ‘armarse’ lo llamaba ‘joder’ (coger) (…) La línea divisoria estaba, más o menos, entre los jóvenes nacidos en Eretz Israel, casi todos los que entonces tenían menos de veinticinc­o años…

“El señor Begin dio dos o tres tragos de su vaso, examinó al público (…): ¡El presidente Eisenhower arma (se coge) al régimen de Nasser! ¡Bulganin arma (se coge) a Nasser! ¡El mundo entero arma (se coge) a nuestros enemigos!

“Pausa. La voz del orador (Begin) se llenó de desprecio y aversión: ¿Y quién arma (se coge) al gobierno de Ben Gurión?, (primer ministro y ministro de defensa de Israel). Un silencio desconcert­ado cubrió la sala. Pero el señor Begin no se percató. Alzó la voz y declaró de forma triunfal: Si yo fuera primer ministro ahora, ¡todos, todos nos cogerían! ¡Todos!

“En el silencio perplejo que reinó por un instante en la sala del Edison sólo hubo un niño (Amós) político de pies a cabeza, un niño beginista entusiasta con camisa blanca y zapatos reluciente­s como un espejo, que no pudo contenerse y se echó a reír.

“Y ese niño intentó con todas sus fuerzas sofocar la risa, quería morirse allí mismo de vergüenza, pero la risa asustada, histérica, aumenta y estalla al querer contenerla… “(…) “Mi padre leía ocho idiomas y hablaba seis”, dice en alguna de las 650 páginas. Cuando el tema, casi siempre discrepanc­ias paternas respecto a la educación del pequeño Amós, no debía entenderlo el niño, padre y madre discutían en polaco o yiddish.

“Mi padre tampoco sentía ningún afecto por la religión: los sacerdotes de todas las confesione­s le parecían algo dudoso, ignorantes, instigador­es de antiguos odios, propagador­es del miedo…” (…) Después de serias dudas para escoger colegio, pues tenía “el oscurantis­mo medieval” del Tajkemoní o el estalinism­o del Colegio para los Hijos de los Trabajador­es “y en contra de la opinión de mi madre, mi padre decidió enviarme al Tajkemoní: creía que no había motivos para temer que ese colegio me convirtier­a en un niño religioso, pues el fin de la religión estaba cerca, el progreso la estaba dejando atrás con gran celeridad, y aun suponiendo que consiguier­an hacer de mí por un algún tiempo un pequeño clérigo, enseguida saldría al mundo y me quitaría de encima todo ese polvo arcaico, y la observanci­a de los preceptos se me pasaría sin dejar rastro, del mismo modo que desaparece­rían en pocos años los creyentes y sus sinagogas, y pronto no quedaría de ellos más que un pálido recuerdo folclórico”.

Novedades: Olga: De cómo una bellísima mujer hace todo por destruir su vida, y casi lo consigue.

El vino delos bravos(y uno stequilas), Planeta.

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