Milenio

DE LOS MAGNATES

- POR: EDUARDO RABASA

Quizá lo que los mayas quisieron anunciar en realidad, y que debido a la histeria colectiva no hemos podido leer, era the

end of the world as we know it. Tradiciona­lmente, el descontent­o social ha surgido de los sectores marginados, hasta que en algún momento consiguen organizars­e y barren con lo establecid­o. Sin embargo, como bien demostró Chrystia Freeland en un artículo titulado “Super-Rich Irony”, publicado hace un par de meses en TheNewYork­er, ahora son también los súper ricos de Estados Unidos quienes se quejan con amargura por lo que consideran un trato discrimina­torio por parte del gobierno de Barack Obama. La ironía, señala la autora, es que bajo este mandato les ha ido mejor que nunca: el uno por ciento más rico recibió 93 por ciento de los beneficios bursátiles en 2009-2010; de ahí, el 0.1 por ciento obtuvo 73 por ciento del total, mientras que el 0.1 por ciento más acaudalado concentra 7.8 por ciento del ingreso nacional. No solo eso, sino que multimillo­narios como Mitt Romney pagan una tasa impositiva real del 14 por ciento, muy por debajo del 35 por ciento de impuesto al ingreso que paga de cajón la clase media.

Aun así, un prominente especulado­r llamado Leon Cooperman escribió una carta abierta al presidente Obama, que ha servido para ungirlo como líder de la revuelta de los súper ricos contra su gobierno. Si bien se declara dispuesto a pagar más impuestos ( pues considera que “todas las otras alternativ­as son peores”), Cooperman se queja de la retórica clasista de Obama, que enfrenta “a los desposeído­s con aquellos mejor posicionad­os para ayudarlos”. (En la carta no menciona su ofensa hacia el Presidente por no agradecerl­e un regalo que le hizo en una cena privada: el libro autopublic­ado de poemas de su nieta de 14 años.) Al mismo tiempo, Cooperman admira a Romney por pagar lo menos posible de impuestos (quiere pedirle el número de su abogado fiscalista), defiende la filantropí­a (“impuestos privatizad­os”, la llama Freeland) como una mejor alternativ­a para su dinero, pues “es mejor gastarlo como uno quiera que gastarlo como el gobierno quiera”, y se queda atónito al saber que un importante cardiólogo y su mujer (experta en medicina para mujeres) solo tienen 10 millones de dólares en la cuenta para su retiro: “¿Sabes?, yo perdí más hoy de lo que ellos han acumulado a lo largo de sus vidas”.

Habría que consultar la definición específica de la palabra “mundo” para los mayas, pues al paso planetario al que galopa la revuelta de los súper ricos, el lugar donde el resto de los mortales habita cada vez parece menos digno de seguir llamándose así.

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DAVID YELLEN Leon Cooperman.

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