Milenio

El elogio de Sicilia que Calderón no quiso

- dudarazona­ble@milenio.com Twitter: @puigcarlos CARLOS PUIG

AL MISMO

PRESIDENTE que de último momento

le quiso cambiar de nombre al país

o privatizar el ejido, ¿le dio algún resquemor publicar una ley aprobada por unanimidad y prometida a las

víctimas?

El mediodía de ayer, mientras veía el acto en Los Pinos de firma de la ley de víctimas no pude dejar de pensar en Felipe Calderón. Primero debo confesar que soy un pesimista.

He visto tantas leyes publicadas con la mejor de las intencione­s para después convertirs­e en letra muerta o laberintos burocrátic­os, que no imagino destino diferente para quienes lamentable­mente tengan que acudir a los mecanismos que la ley publicada ayer propone. Espero —aunque lo dudo— que la realidad me desmienta.

Y por eso ayer cuando veía el acto pensaba en Felipe Calderón. Un hombre marcado por la guerra contra el crimen, por los miles y miles de muertos, que durante el segundo tramo de su sexenio se prestó a dialogar en público con críticos, expertos, legislador­es; que fue vapuleado verbalment­e por ciudadanos en Juárez y en el Castillo de Chapultepe­c y que cuando el Congreso de manera unánime —incluidos 104 votos de su partido— aprobó una ley de víctimas exigida por sus más duros críticos, prefirió no publicarla, pelearse con ellos y de última hora mandar otra.

Pensé en Calderón cuando escuché a Javier Sicilia —con todo su peso, su relevancia en el tema, sus caravanas por México y el extranjero— decirle al presidente priista Enrique Peña Nieto lo siguiente:

“Usted, señor Presidente, cumple no solo con esa justicia que había sido traicionad­a, sino con lo más sagrado que un ser humano tiene: su palabra.”

“Usted —le dijo Sicilia a Peña— ha hecho posible el deseo que un día le expresamos las víctimas citando a otra víctima, el poeta Paul Celan: el deseo de que la piedra florezca, de que en la inquietud palpite un corazón, de que el tiempo sea, por fin, el tiempo”.

¿Por qué Calderón no quiso ser el destinatar­io de tales elogios?

Al mismo presidente que de último momento le quiso cambiar de nombre al país o privatizar el ejido, ¿le dio algún resquemor publicar una ley aprobada por unanimidad y prometida a las víctimas?

Varios expertos que saben más de esto que yo han señalado que, ciertament­e, podría tener problemas de implementa­ción la ley como fue publicada.

Pero el nuevo gobierno entendió el valor político de, por lo pronto, publicarla y hacer un acto como el de ayer. ¿Por qué Calderón no quiso? ¿Por qué no la publicó incluyendo un discurso como el de ayer de la senadora priista Angélica de la Peña, que dijo sin rodeos: “Es verdad que la ley de referencia debe sufrir algunas reformas que la hagan plausible”?

Un misterio más del Felipe Calderón de esos últimos meses.

Y una sorpresa las palabras de Sicilia ayer frente y para Enrique Peña Nieto. Palabras que Calderón no quiso.

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