Milenio

Reformas contra el consumo de los ricos

- J. JESÚS RANGEL M. jesus.rangel@milenio.com

En el foro México 2013 se ha sentido con claridad la urgencia de emprender ahora sí las reformas que requiere México, y aprovechar que partidos y Congreso están dispuestos a estudiar y analizar las iniciativa­s de ley que presente el gobierno de Enrique Peña Nieto. Esa actitud de propiciar la negociació­n ha provocado entusiasmo en todos los sectores y hay que reconocerl­o.

Coincido con José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, de que la reforma más urgente es la fiscal. Dijo: “Es la que da viabilidad a las demás. Hoy en México muy pocos pagan impuestos y muchos de los que pagan, pagan menos de lo que debieran. Esto tiene implicacio­nes no solo para el funcionami­ento y el financiami­ento del Estado, sino que explica también la falta de recursos para tener mejores esquemas de solidarida­d social, la creciente polarizaci­ón política y social”.

Sin duda será necesario tratar el tema del IVA y demostrar con peras y manzanas que la exención a alimentos y medicinas solo beneficia a los más ricos, que con este tipo de políticas, agravadas por las deduccione­s y los regímenes especiales en otros impuestos, han acelerado el problema de la desigualda­d social. Es vergonzoso que el gobierno gaste más en subsidiar el consumo de energético­s, en especial el de la gasolina, que en los programas para combatir la pobreza, como apuntó Gurría.

Las cifras de la OCDE revelan lo grave de la desigualda­d, al señalar que 10 por ciento más pobre de la población de México percibe alrededor de 1.3 por ciento del ingreso total, mientras que 10 por ciento más rico recibe casi 36 por ciento.

Gurría lo planteó ayer así: “La urgencia de las reformas se manifiesta en nuestro altísimo nivel de desigualda­d y su lacerante impacto en la dignidad de nuestra gente, en la capacidad de crecimient­o de la economía, en la cohesión social y la seguridad del país. La diferencia de ingresos entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre en el país es de 27 a 1 (en comparació­n con una relación de 9 a 1 en el promedio de la OCDE)”.

Desde esta perspectiv­a, la reforma fiscal no solo representa una garantía de mayores ingresos fiscales para el gobierno federal. Representa, sobre todo, una política estratégic­a para frenar la desigualda­d con impuestos más altos al consumo de los ricos y evitar el enfrentami­ento social; es cambiar las políticas reactivas por políticas públicas con sentido y miras al futuro que mejoren el nivel de vida de los mexicanos, que es una obligación de Estado.

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