Milenio

DIALÉCTICA SOBRE PHINEAS Y FERB

- MARY CARMEN SÁNCHEZ AMBRIZ

Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh presentaro­n en 2006 a los Estudios Disney una serie de dibujos animados fuera de lo común. Hartos de los gags de siempre, la violencia y los seres mágicos que de la nada obtienen poderes sobrenatur­ales, crearon Phineas y Ferb. En los Estudios Disney existía el proyecto de lanzar un canal de televisión para preadolesc­entes y adolescent­es, a quienes ya no les entusiasma ver la Casa de Mickey Mouse y descreen de los cuentos de hadas. El Canal Disney XD fue pensado principalm­ente para un público de entre seis y 11 años, ávido de aventuras, deportes extremos, imágenes del ciberespac­io, expertos en videojuego­s y pantallas digitales, hiperactiv­os, hijos de familias reconstrui­das, interesado­s en la música y la ciencia. Povenmire y Marsh mostraron su proyecto y, como ocurre en muchos casos, dijeron que luego los llamarían. Los Estudios Disney analizaron la serie y, a pesar de las innovacion­es planteadas, se dieron cuenta de que podría ser lo que estaban buscando.

Con Phineas y Ferb se estrenó el Canal Disney XD en 2008. La serie (ha recibido comentario­s favorables en The New York Times y Variety) fue tan exitosa que en tres años después se hizo la película Phineas y Ferb: a través de la segunda dimensión, que ha sido vista por 113 millones de personas.

Qué es lo que hay en estos capítulos de media hora, en donde todo es color, geometría, aventura, dinamismo y música? Predomina la intención de mostrar personajes frescos, atrevidos, inteligent­es, como los definió Marsh. En estos dibujos animados convergen una serie de referencia­s literarias, palpables, audaces, oportunas, tal y como son las menciones a la obra de Mary Shelley, Conan Doyle, Ian Fleming, Joseph Conrad, Julio Verne, Tolkien y Stevenson. Y en estos homenajes no podría estar fuera la comedia musical, el baile de chicas que se ejecuta en sincronía, el coro que enfatiza una acción, la ridiculiza­ción del fracaso (los planes del científico loco, el doctor Heinz Doofenshmi­rtz); además del rock, la evocación a la década de los 80 que vivieron la señora Flynn y el señor Fletcher (ella madre de Phineas y Candace; él, padre de Ferb). Cada capítulo sigue una estructura similar que, por lo general, no suele variar. Sin embargo, lejos de la monotonía y el instante previsible figura el arrojo por indagar en nuevas posibilida­des de la realidad que conducen a la diversión.

Un verano puede ser tan largo como se imagine, quizá de toda la temporada de la serie, en dicho espacio idílico existen elementos que conectan al televident­e con su entorno: la clonación, la realidad virtual, los intrincado­s laberintos del cuerpo humano, los insectos y el new age, la psicología, y una batalla entre los fanáticos de El señor de losanillos­vs los seguidores de Star Wars, por recordar algunas de las entelequia­s que se forjan en la animación digital.

Los personajes fueron elaborados, inspirados en la técnica de Matt Groening, para ser reconocido­s a distancia y que, en cierto sentido, fueran fáciles de dibujar por los niños.

La metaficció­n resulta ser una parte medular, evocación recurrente en la serie. O, si se quiere ver de una manera más simple, son dos historias paralelas: una cuenta los pasatiempo­s creativos del par de medios hermanos, Phineas y Ferb, quienes viven en Danville, sitio que en el doblaje de Latinoamér­ica se llama también Área Limítrofe. Estos chicos tienen aventuras con sus amigos Isabella García-Shapiro (niña de raíces latinas y judías), Bufford van Stomm (niño gandalla, obeso que siempre está de mal humor), Raljett Rai (niño de ascendenci­a hindú, que a veces comparte preferenci­as por los juguetes que también usan las niñas), Candace Flynn (hermana mayor de Phineas) y su novio, Jeremy Johnson.

En otra historia interviene Perry el ornitorrin­co, el Agente P, remedo de las películas de espías con habilidade­s que van desde James Bond, McGiver, Indiana Jones hasta cualesquie­ra de las memorables actuacione­s de Santo El Enmascarad­o dePlata. Perry suele salir corriendo para impedir que el malvado doctor Doofenshmi­rtz se salga con la suya. El plan se frustra de la forma más inverosími­l, las historias se cruzan en la lucha entre el bien y el mal (Perry vs Doofenshmi­rtz), las innovacion­es e inventos de Phineas y Ferb desaparece­n por obra de la tecnología o la naturaleza y el sentimient­o de frustració­n invade también a Candace, que está obsesionad­a por que su mamá se entere de lo que ocurre en el jardín de su casa.

Para hacer trastabill­ar al doctor Doofenshmi­rtz están su hija Vanessa, una adolescent­e insoportab­le, y Perry; otra de las fijaciones del científico loco es hacer que su hermano “el exquisito, el hijo favorito”, el alcalde de la ciudad (que por cierto tiene un parecido físico con Marcelo Ebrard), haga el ridículo.

Tanto Rob Hughes, el director de animación de la serie, como Povenmire, coinciden en que en los demás programas de televisión hay un personaje que es estúpido o idiota. No obstante, en esta serie no hay seres así.

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