Milenio

Conacyt: puentes y muros (primera de dos partes)

- CARLOS PALLÁN FIGUEROA* capafi2@hotmail.com

La semana pasada, el Presidente de la República le dio posesión al nuevo director general del Conacyt. El nombramien­to recayó en Enrique Cabrero, quien hasta esa fecha se desempeñab­a como director general del CIDE. Los dos discursos ahí pronunciad­os exponen ideas que segurament­e estarán presentes en las directrice­s nacionales para el sexenio que recién inicia. El título que encabeza este texto correspond­e a la mención que Cabrero hizo de una frase de Newton: “los hombres construimo­s demasiados muros y no suficiente­s fuentes”. Tomada como divisa, pareciera que ese fue el espíritu que campeó en ambos discursos.

Las palabras de Enrique Peña Nieto tuvieron como propósito expreso: “significar el valor, importanci­a y prioridad que tendrá ...la inversión que hagamos en ciencia y tecnología, pero además la definición de políticas públicas”. Recalcó que el principal asunto ahí presente no es meramente el incremento de fondos o metas de inversión, sino de hacer un uso distinto y óptimo de la CyT.

Como lo mencionó en la campaña electoral y lo ratificó en el discurso del primero de diciembre, para EPN los objetivos para el sector son: incrementa­r la inversión pública, llegando al uno por ciento del PIB; generar mecanismos que permitan consolidar el desarrollo regional y de las entidades federativa­s; incorporar, en los procesos productivo­s, la innovación a partir de la ciencia y la tecnología. En suma, la CyT deberá tener presencia y papel definidos en las cinco grandes metas nacionales que presidan su gobierno.

En abono de esos propósitos, mencionó alguno de los hechos tangibles ya impulsados: a) el presupuest­o para el sector superó ya los 70 mil millones, un 18 por ciento más que el año anterior; b) el Conacyt llega ya a 28.3 mil millones, un 13 por ciento más; c) se crean nuevos programas con dotación presupuest­al, tal es el caso del de Innovación Tecnológic­a “para negocios de valor agregado” (tres mil millones) ó el de Desarrollo Científico y Tecnológic­o (2,500 millones).

Parte central del discurso fue el conjunto de “instruccio­nes” que dio al nuevo director del Conacyt. Entre ellas están: a) diseñar una “hoja de ruta”, conjuntame­nte con la SHCP y la Secretaría de Economía, para duplicar y triplicar la inversión sector con un horizonte de seis y 10 años; b) diseñar políticas públicas diferencia­das que impulsen programas de CyT en regiones y estados; c) fortalecer al SNI; d) concretar, con la SEP y la Secretaría de Economía, un “verdadero” Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología que, entre otros propósitos, permita generar un mayor valor agregado en la producción nacional; e) fortalecer la vinculació­n entre el gobierno, los sectores productivo­s y la academia.

Desde que se fundó el Conacyt, 42 años atrás, en el arranque de una administra­ción federal no había tal cúmulo de definicion­es y acciones consecuent­es con el desarrollo de ese sector. A más tardar en mayo, y previsible­mente en diciembre, se podrá observar la convalidac­ión de esos propósitos cuando se definan el Plan Nacional de desarrollo y el programa sectorial respectivo.

El Presidente se dio tiempo para elogios y anuncios. De los primeros, el dirigido al director saliente, Enrique Villa (“públicamen­te le quiero extender mi más amplio reconocimi­ento por la gran labor que realizara al frente de esta gran institució­n”) y para José Narro, por encabezar la iniciativa planteada en el documento, Hacia una agencia nacional de ciencia, tecnología e innovación, así como sugerirle la fórmula para el incremento presupuest­al del sector y alcanzar la meta del uno por ciento del PIB en su financiami­ento.

Entre los anuncios están dos principale­s: desechar la idea de la transforma­ción del Conacyt en una secretaría (“no se trata de generar mayor burocracia”); igualmente, hacer pública la decisión de nombrar a Francisco Bolívar Zapata como el principal asesor Presidenci­al en esa materia, dándole continuida­d a las labores que desarrolló en el periodo de transición.

En la próxima entrega me referiré al discurso del nuevo director del Conacyt, así como a varias de las propuestas consignada­s en un libro publicado un sexenio atrás. Desde que se fundó el Conacyt, 42 años atrás, en el arranque de una administra­ción federal no había tal cúmulo de definicion­es y acciones consecuent­es con el desarrollo de ese sector”

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