Hay que creer sólo lo que se pueda plenamente comprobar
La grilla, la división, los chismorreos y fi ltraciones que genera el gremio arbitral sólo comprueba la podredumbre que carcome algunos estamentos del medio futbolístico nacional. Todo esto podría ser combatido, hasta con relativa facilidad, con una inteligente estrategia de comunicación, pero todo indica que carecen los mandos actuales de la Liga y de la propia Federación Mexicana de Futbol, de la lucidez y recursos para implementarla.
El nuevo capítulo que ilustra esta vergüenza, se originó por ahí del mediodía del martes pasado, cuando a través de Twitter se empezaron a correr versiones de que el árbitro Marco Antonio Rodríguez había reprobado las pruebas físicas que periódicamente tienen que superar los silbantes adscritos al sector profesional de la FMF.
Esto implicaría que Rodríguez, considerado uno de los mejores árbitros desde hace algunos años, dejara de ser considerado cuando menos hasta que superara otro examen, el cual se daría hasta tres meses después.
Esta “información” careció de pruebas testimoniales. No hay un dato que la sustente. No hay un video que lo respalde. No hay una declaración, de nadie, que la apoye. Pero a muchos les pareció y les sigue pareciendo creíble. Y es que “alguien de adentro” la soltó a “alguien de afuera”.
Por la tarde, la FMF, en un comunicado lamentable por lo corto y confuso, “desmintió” que Marco Rodríguez hubiera reprobado las pruebas y anunció que éstas se le practicarían hasta hoy jueves. Pero suelta datos que enturbian más que limpiar el asunto, como ese de que el silbante dio “10 vueltas”, pero que por no haber podido hacer la pretemporada de forma correcta…
Es decir, ¿estaba haciendo sus pruebas o no? ¿Se sintió cansado, interrumpió su test físico y pidió un nuevo examen?... De eso ya no dicen nada.
Me queda claro que hay torpeza, ineficacia y hasta sobreproteccionismo en los directivos. Pero también mucha gente tirándose mierda a mansalva y para todos lados. Así que lo mejor como periodista es actuar serenos y dudar, hoy más que nunca, de todos y de todo. LA