Milenio

Billy Joel: entre la tristeza y la euforia

- SUSANA MOSCATEL susana.moscatel@milenio.com

Permítanme ser fan por unos momentos. Ya sé que no debo, pero hay ciertos talentos, ciertas sensibilid­ades que trasciende­n hasta ese neutral exterior que tenemos como obligación los periodista­s de espectácul­os bien entendidos (no hablo de los chismosos, ellos no se andan con estas preocupaci­ones). Pero el hecho es, y Cameron Crowe lo retrata como los dioses en su cinta Casifamoso­s, del año 2000, que para poder hacer bien nuestro trabajo requerimos de esa distancia que nos permita ser objetivos y críticos cuando es necesario. Eso no me puede ocurrir con algunos artistas, son pocos, pero el rey de todos ellos es Billy Joel.

También hay una profunda ironía que nos pesa a los que hacemos esto, ya sea en música, cine, teatro y hasta televisión. Si acabamos en esta fuente, si lo hacemos realmente bien, es porque verdaderam­ente amamos todo alrededor de ese mundo de la creación. Amamos las pasiones que se reflejan, los espejos de nuestras propias vidas en las historias que se cuentan, las emociones que el artista reconoce años antes de que nos ocurran a nosotros mismos, las resolucion­es que nunca tomaríamos nosotros, la euforia, la lágrima, el sexo, la sensualida­d, la vida misma. Por eso lo hacemos y somos privilegia­dos de poder estar cerca, tan cerca de aquellos que tienen el don de hacer esto de sus vidas. A veces sentimos que se nos puede pegar un poco. A veces nos damos cuenta precisamen­te de lo contrario, de lo absolutame­nte lejos que estamos de esa genialidad que nos hace querer vivir y vibrar profundame­nte. Y hasta nos puede deprimir. Así que para cuidarnos y para poder hacer un trabajo digno, ponemos esa distancia. Es necesaria, pero cuando es obsesiva nos hace olvidar el origen de todo.

Y así llego al cumpleaños de Billy Joel. Es mi caso y el de millones. No el de todos, pero eso es lo que el hombre que conocen (de manera limitada) por su piano hace tan bien. En el piano es un prodigio, a pesar de sus cortos dedos. Se formó con la música clásica y un día descubrió a los Beatles. Su padre se había ido a Viena y ni siquiera tenía televisión en su casa (a pesar de que cuando era muy chico su progenitor se dedicaba a la industria de los aparatos en blanco y negro que maravillab­an al mundo), siempre fue inquieto y prodigioso. Siempre fue maniaco depresivo (lo ha gritado con orgullo en muchos conciertos) y no hay emoción humana que segurament­e no haya pasado por su mente, corazón y cuerpo. Lo glorioso es que siempre supo cómo traducirla en brillante música que trascendió los tiempos. No, no se queden en GlassHouse­s (que es una joya y el primer álbum que muchos tuvieron de BJ). Váyanse a los demos (están en iTunes) a Atila (su primera banda) a TheBridge que tiene cosas como “Temptation”. Una vez que le pongan el nombre de alguien a esa canción ya perdieron para siempre. Siempre regresarán a esa perdida pasión que sentían en el momento que se enamoraron.

Vayan a PianoMan, pero brínquense lo obvio y busquen “If I only had the Words”, (“Si tan solo tuviera las palabras”). Nunca he oído un canto tan desesperad­o y tierno por decir un “te amo” que de entrada no será recibido. Y después, si de plano quieren tristear bien y bonito ColdSpring Harbor les podrá dar la razón con “Tomorrow is Today” (“Mañana es hoy”) solo para rescatarlo­s de las catacumbas emocionale­s con “You can Make me Free” (“Me puedes hacer libre”).

Ni siquiera he comenzado. Pero si se quedaron en ese breve periodo y piensan que Billy Joel es solo “Uptown Girl”, “Tell Her about it” y “For the longest time”, hay un mundo de emociones que les espera. Aunque hayan pasado ya 64 años desde que su creador las trajo al mundo. Sí. Solo por hoy, permítanme ser fan.

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