¿Sabrá el Presidente?
Tiempos de conformismos y autoelogios. Según el gobierno federal, se confi rmó el Pacto por México. No importó el impacto de su interrupción por decisión de Gustavo Madero, presidente del PAN, y en menor medida de su homólogo del PRD, Jesús Zambrano.
Es cierto que los procesos políticos en esencia son discontinuos. La linealidad de los hechos históricos, por tanto políticos, es oblicua. Bien decía Reyes Heroles que la distancia entre dos puntos no es la recta que los une. Son muchos factores. El miedo, la ignorancia, la falta de información, los intereses grupales y personales, el prejuicio, el odio, la corrupción, la incomprensión del lenguaje y de los mensajes.
El acuerdo político, así enunciado, pasa por la confi anza y la comprensión del lenguaje, desigual entre todos los actores políticos, no solo por mayores o menores sapiencias idiomáticas, sino por razones ideológicas, familiares, biográficas en el terreno personal. Mejores ejemplos no puede haber más que los de Gustavo Madero, con el apellido de un insulso prócer involuntario, hasta el de Jesús Zambrano, un opositor de a deveras, por decisión propia, torturado por nuestras heroicas fuerzas armadas.
Son los actores del llamado Pacto por México. César Camacho, presidente del PRI, da la nota concertina que le marca el director de la orquesta, no sé si el presidente Peña Nieto, Luis Videgaray o Miguel Ángel Osorio. El presidente del PRI, contra todo lo que se diga, ha recobrado la dignidad de ese cargo, a pesar de antecedentes como Roberto Madrazo, opositor o partido gobernante.
No habrá acuerdo suficiente mientras la canasta de productos básicos crezca en 300% durante cinco meses. ¿Eso es responsabilidad del gobierno? No lo sé. Mi opinión es que sí, en parte. Era anticipable. Se engolosinaron en su Pacto cuando lo importante para el común de los mortales era el huevo, el frijol, la tortilla, el tomate, la fruta en esta temporada de verano. Pero ellos saben. Así gobernaron en el Estado de México con éxito. Nada más que no se puede replicar en un Estado nacional. Que sus lógicas mediáticas y electorales no se pueden reproducir a la escala de México. Que si se revisan, como con toda la razón los partidos opositores han denunciado, los perfi les de los delegados federales y origen de esos delegados no admiten una mínima prueba de Enlace en cuanto a origen, trayectoria personal y propósito de la delegación encomendada, al margen de los objetivos de la dependencia a la que supuestamente sirven. Una secretaría se engolosinó y en términos institucionales y personales habrá de pagar el precio.
Muchas reformas, mucha productividad legislativa, muchos acuerdos, reanudación del Pacto. ¿Y? El gobernador del Banco de México reconoce la presión inflacionaria. Las reformas constitucionales con buenas o malas razones son objetadas por movilizaciones. Las calificadoras internacionales incrementan el grado de confianza en la economía mexicana a la luz del anuncio de reformas, que no se han concretado, y bajo la presión económica, no desdeñable, de la Presidencia de la República y ad láteres. La lógica es muy simple: Hay menos muertos y más crédito.
El México de Enrique Peña genera expectativas. No da resultados. Problema menor en un arranque de sexenio en el que durante cinco meses el Presidente de la República encanece y no da resultados concretos. La diferencia entre Peña Nieto y Calderón es que el insulso panista jamás ofreció resultados concretos. EPN, sí. Ya no es tiempo de juzgar y montarse en la ineptitud del gobierno anterior para justificar el presente. Calderón está muerto, aunque los calderonistas, para fortuna del país no lo están. Es lo mejor del PAN. Como políticos, mejores que la mayoría del priismo.
Hay una fractura en el proceso político nacional. El confl icto entre ambas Cámaras, las opiniones diversas dentro de los grupos parlamentarios, la falta de perfi l del gabinete de EPN, el control a plazo defi nido de prensa en materia de crimen organizado, el miedo de poblaciones, la desesperanza de las mayorías y el necio juego a la imagen de EPN por parte de la Presidencia de la República y la obsecuencia de los integrantes de su gabinete.
¿Creen que van ganando? ¿Tienen sentido de la historia? ¿Cabe en ellos la realidad? ¿Es tanta la soberbia de mexiquenses e hidalguenses? Qué pena por México y por mi voto.