Retórica de la reforma financiera
La iniciativa de reforma fi nanciera no parece muy relevante para los objetivos que declara perseguir, pero podría tener sentido como avance de la estrategia de “bancarización”, cuyo objetivo es crear vínculos entre el público y la banca para fi nes fiscales. El blanco principal serían los comerciantes informales, cuya captación por la banca los pondría en la antesala del SAT. Con razón, la banca no ha mostrado mucho entusiasmo.
Pero ni siquiera este objetivo parece fácil de lograr. Es anómalo que la iniciativa no estime la demanda de crédito que se propone atender y que solo suponga que el alto costo del crédito “afecta a quienes más lo necesitan”, pequeñas y medianas empresas, sin identificar sus necesidades crediticias, solo derivándolas del supuesto de que desean crecer y que algo se los impide. ¿Qué si no desean crecer, solo tener más clientes y mayor margen de utilidad? La reforma sería poco útil en tal caso.
En vez de proporcionar una justificación racional y clara, la iniciativa nos asesta plegarias por los más necesitados, víctimas de agiotistas y especies por el estilo, de quienes ni siquiera sabemos si existen o cuál es su mercado real. Lo que sí sabemos que existe es el rubro bancario “otros” (crédito sobre nómina), que funciona como mecanismo de reciprocidad más que como negocio en muchos casos. Mientras no haya mejores ofertas de crédito bancario, no es mucho lo que se puede decir sobre la iniciativa en este aspecto.
Ahora bien, la banca no necesariamente se va a interesar, pues los informes del crédito al consumo no son alentadores. La cartera vencida de tarjetas de crédito, préstamos personales y préstamos de nómina aumentó 44.6% y se duplicó respecto de la tasa de contratación de nuevos créditos en 2012. La mitad de esa cartera vencida corresponde a “otros” o créditos de nómina. La cartera vencida creció 76.7% el año pasado (Banco de México).
Ignoramos, pues, la evaluación de los factores de mercado reales que la iniciativa tiene en mente; acaso no tiene ninguna y solo va a la deriva de la “bancarización” como utópica salida a múltiples obstáculos al crecimiento; o vaya usted a saber qué estratagema urden los tecnócratas tras bastidores. No deja de ser llamativo el descuido de los argumentos, más por desinterés intelectual que por otra cosa, según parece.
¿A quién se pretende impresionar con la comparación abismal del nivel de crédito de México y Europa? ¿Es que no hay conciencia de que la zona euro se asfi xia en una crisis de expansión de crédito, precisamente? ¿Se ignora que la mayoría de los consumidores y empresas de Europa no son sujetos reales de crédito, pese a que la tasa de interés es casi cero? El único crédito que fluye es el del Banco Central Europeo a la banca comercial para mantenerla a flote. La desaparición y absorción de bancos es enorme. No hay competencia bancaria.
Para no hacernos sentir mal por compararnos con países más desarrollados, la iniciativa condesciende y nos compara con Chile y Brasil, donde tampoco salimos bien parados, por supuesto. Pero la comparación es problemática en sí misma por la imbricación del crédito comercial con los fondos de pensiones en esos países. Digamos que los ahorradores obtienen crédito de su propio ahorro por una cuota al banco. Es una argucia para trasquilar pensiones. En cuanto al costo del crédito en Chile, un préstamo de 500 mil pesos a 12 meses puede aumentar el monto original hasta 220.3% por costo anual total. En las mejores condiciones, un préstamo de 500 mil pesos sale costando 50.3% más. Por entendible que sea la debilidad de la generación gobernante por el Chile neoliberal, su banca no puede ser un modelo para México.
¿Qué decir de la banca brasileña? Escuchemos al FMI:
“Brasil experimentó una robusta expansión del crédito al consumo la última década, la cual suscita preocupaciones, dada la acumulación de vulnerabilidades por las familias (…) El crecimiento ha venido de la inclusión fi nanciera de nuevos segmentos (…) Como resultado, el apalancamiento agregado de los hogares ha crecido. Más importante, esto se asocia a la carga del servicio de la deuda por las altas tasas de interés y las maduraciones a corto plazo (…). Continuará ocurriendo un desplazamiento gradual hacia rendimientos [bancarios] más bajos.” ( Brazil,CountryReport, julio, 2012).
En cuanto al crédito a empresas, el Banco Central de Brasil casi ordena terminantemente que permanezca restringido ( TheWallStreetJournal, 21/02/13). No hay pues un milagro crediticio brasileño ni uno chileno que nos pueda inspirar.
El crédito en México no es caro por falta de competencia, sino por su acaparamiento por el gobierno, el cliente bancario más sistemático, masivo y cumplidor.