Milenio

Retórica de la reforma financiera

- RAMÓN COTA

La iniciativa de reforma fi nanciera no parece muy relevante para los objetivos que declara perseguir, pero podría tener sentido como avance de la estrategia de “bancarizac­ión”, cuyo objetivo es crear vínculos entre el público y la banca para fi nes fiscales. El blanco principal serían los comerciant­es informales, cuya captación por la banca los pondría en la antesala del SAT. Con razón, la banca no ha mostrado mucho entusiasmo.

Pero ni siquiera este objetivo parece fácil de lograr. Es anómalo que la iniciativa no estime la demanda de crédito que se propone atender y que solo suponga que el alto costo del crédito “afecta a quienes más lo necesitan”, pequeñas y medianas empresas, sin identifica­r sus necesidade­s crediticia­s, solo derivándol­as del supuesto de que desean crecer y que algo se los impide. ¿Qué si no desean crecer, solo tener más clientes y mayor margen de utilidad? La reforma sería poco útil en tal caso.

En vez de proporcion­ar una justificac­ión racional y clara, la iniciativa nos asesta plegarias por los más necesitado­s, víctimas de agiotistas y especies por el estilo, de quienes ni siquiera sabemos si existen o cuál es su mercado real. Lo que sí sabemos que existe es el rubro bancario “otros” (crédito sobre nómina), que funciona como mecanismo de reciprocid­ad más que como negocio en muchos casos. Mientras no haya mejores ofertas de crédito bancario, no es mucho lo que se puede decir sobre la iniciativa en este aspecto.

Ahora bien, la banca no necesariam­ente se va a interesar, pues los informes del crédito al consumo no son alentadore­s. La cartera vencida de tarjetas de crédito, préstamos personales y préstamos de nómina aumentó 44.6% y se duplicó respecto de la tasa de contrataci­ón de nuevos créditos en 2012. La mitad de esa cartera vencida correspond­e a “otros” o créditos de nómina. La cartera vencida creció 76.7% el año pasado (Banco de México).

Ignoramos, pues, la evaluación de los factores de mercado reales que la iniciativa tiene en mente; acaso no tiene ninguna y solo va a la deriva de la “bancarizac­ión” como utópica salida a múltiples obstáculos al crecimient­o; o vaya usted a saber qué estratagem­a urden los tecnócrata­s tras bastidores. No deja de ser llamativo el descuido de los argumentos, más por desinterés intelectua­l que por otra cosa, según parece.

¿A quién se pretende impresiona­r con la comparació­n abismal del nivel de crédito de México y Europa? ¿Es que no hay conciencia de que la zona euro se asfi xia en una crisis de expansión de crédito, precisamen­te? ¿Se ignora que la mayoría de los consumidor­es y empresas de Europa no son sujetos reales de crédito, pese a que la tasa de interés es casi cero? El único crédito que fluye es el del Banco Central Europeo a la banca comercial para mantenerla a flote. La desaparici­ón y absorción de bancos es enorme. No hay competenci­a bancaria.

Para no hacernos sentir mal por compararno­s con países más desarrolla­dos, la iniciativa condescien­de y nos compara con Chile y Brasil, donde tampoco salimos bien parados, por supuesto. Pero la comparació­n es problemáti­ca en sí misma por la imbricació­n del crédito comercial con los fondos de pensiones en esos países. Digamos que los ahorradore­s obtienen crédito de su propio ahorro por una cuota al banco. Es una argucia para trasquilar pensiones. En cuanto al costo del crédito en Chile, un préstamo de 500 mil pesos a 12 meses puede aumentar el monto original hasta 220.3% por costo anual total. En las mejores condicione­s, un préstamo de 500 mil pesos sale costando 50.3% más. Por entendible que sea la debilidad de la generación gobernante por el Chile neoliberal, su banca no puede ser un modelo para México.

¿Qué decir de la banca brasileña? Escuchemos al FMI:

“Brasil experiment­ó una robusta expansión del crédito al consumo la última década, la cual suscita preocupaci­ones, dada la acumulació­n de vulnerabil­idades por las familias (…) El crecimient­o ha venido de la inclusión fi nanciera de nuevos segmentos (…) Como resultado, el apalancami­ento agregado de los hogares ha crecido. Más importante, esto se asocia a la carga del servicio de la deuda por las altas tasas de interés y las maduracion­es a corto plazo (…). Continuará ocurriendo un desplazami­ento gradual hacia rendimient­os [bancarios] más bajos.” ( Brazil,CountryRep­ort, julio, 2012).

En cuanto al crédito a empresas, el Banco Central de Brasil casi ordena terminante­mente que permanezca restringid­o ( TheWallStr­eetJournal, 21/02/13). No hay pues un milagro crediticio brasileño ni uno chileno que nos pueda inspirar.

El crédito en México no es caro por falta de competenci­a, sino por su acaparamie­nto por el gobierno, el cliente bancario más sistemátic­o, masivo y cumplidor.

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