Calvino, punto y aparte
ADEMÁS DE PRACTICAR la mejor ficción literaria, era un ensayista profundo, un intelectual que no reniega de esa condición desde la narrativa; todo lo contrario: enaltece la posibilidad de razonar sin concesiones
Editorialmente, Italo Calvino siempre es una grata sorpresa. Siendo quien es, uno se conformaría con las reediciones de sus más conocidas y geniales obras, su ficción inmensa, su prosa luminosa; pero de cuando en cuando sucede que nos llegan algunos de sus textos que no conocíamos en español y eso ya garantiza un gran festejo como lector. Es el caso de Puntoyaparte. Ensayos sobre literatura y sociedad, que editorial Siruela acaba de publicar.
Se trata de un volumen en el que el escritor italiano reunió diversos trabajos que abordan la “poética, esbozos de un camino a seguir, balances críticos y observaciones generales sobre el pasado, el presente y el futuro”, elaborados a lo largo de 25 años.
Así, Siruela nos ofrece de nueva cuenta a un Calvino poco conocido: el ensayista (que desafortunadamente pierde terreno ante el peso que su fama cobra en el género fantástico), el que ya nos había brindado hace algunos años la misma editorial con Mundoescrito ymundonoescrito, la serie de artículos y ensayos que el autor de El barón rampante preparó entre los años cincuenta y ochenta, y que hasta esa fecha (2006) permanecían sin ser traducidos al español.
En aquella obra, pariente innegable de Punto y aparte, se nos presentaban distintas temáticas literarias que interesaban al autor: la novelística italiana; los problemas, posibilidades y exigencias de la traducción; la literatura fantástica o audaces abordajes —como solo el autor de Lasciudades invisibles podría emprender—, o asuntos de historia (imperdible su “Moctezuma y Cortés”) y ciencia.
Y, en medio, disertaciones sobre los libros en vacaciones (esa pila que solemos llevar a pasear en la maleta para nunca leer), los libros a secas (que “están hechos para ser muchos; un libro solo tiene sentido cuando se lo coloca al lado de otros libros, porque sigue y precede a otros…”) o el maravilloso ensayo que da nombre a esta obra: Mundo escrito y mundo no escrito.
Éste —que es uno de los más extensos que contiene aquella edición— conecta irremediablemente, aun sin tener su densidad (o ligereza), con la ensayística más profunda del autor, por ejemplo Seis propuestas para el próximo milenio. Tan solo su confesión
inicial justifica la lectura de esta obra: “Pertenezco a esa parte de la humanidad —una minoría a escala planetaria pero creo que una mayoría entre mi público— que pasa gran parte de sus horas de vigilia en un mundo especial, en un mundo hecho de líneas horizontales en el que las palabras van una detrás de otra, y en el que cada frase y cada punto y aparte ocupan su lugar debido: un mundo que puede ser muy rico, incluso más rico que el no escrito, pero que, en cualquier caso, requiere cierto trato especial para situarse dentro de él.”
En ese mundo Calvino es, sin duda, uno de los habitantes más distinguidos. Y en Punto yaparte tenemos oportunidad de volverlo a constatar. Reflexiones varias, paisajes que no cualquier escritor está acostumbrado a frecuentar con mirada crítica.
Calvino nos recuerda que no todos los escritores son capaces de llevar a otro nivel sus reflexiones, incluso sobre temas literarios y ya no digamos otros que pueden requerir una perspectiva muy distinta. El escritor completo es, naturalmente, un pensador: desde su misma obra otea temas que perfectamente lo hacen ingresar a los terrenos de la filosofía, la historia o la disquisición política (no la alusión politiquera, esa palabrería de “denuncia” o “compromiso”).
Por eso, una novela imprescindible puede retratar una época, un clima cultural o captar la complejidad de un problema social. Quien la escribe es un artista que, como cualquier otro, es capaz de representar críticamente el mundo y su realidad. Sin embargo, fuera del formato literario, a veces no se encuentra cómodo ante el ensayo o el artículo.
Calvino sí. Además de practicar la mejor ficción literaria, era un ensayista profundo, un intelectual que no renegaba de esa condición desde la narrativa, como es costumbre (o moda) hoy día entre un montón de escritores. Todo lo contrario: enaltecía la posibilidad de razonar sin concesiones sobre asuntos y temas que hoy mismo podrían resultar polémicos, habida cuenta la multitud de escritores cuya opinión es requerida en los foros mediáticos como si supieran algo sustantivo del tema (de cualquier tema). Cito a Calvino sobre algo muy presente en México, una frase que viene como anillo al dedo para muchos escritores dedicados a obras que suelen ser los libros de la quincena: “También la «novela de denuncia » sobre problemas sociales tiene sus días contados. La política y la economía necesitan ahora de encuestas documentadas, de análisis basados en datos y cifras, y no de reacciones sentimentales y emotivas. Cada vez resulta más presuntuosamente fatua la actitud del escritor que pretende afrontar con sus aproximaciones literarias problemas que exigen urgentemente otro tipo de conocimiento y de estudio”.
En fin, que hay que volver siempre a Calvino, a su sabiduría sin complejos. Punto y aparte es una extraordinaria oportunidad.