“Me gustan los personajes que se equivocan”
En su filme nominado a seis categorías en los Premios Ariel, el cineasta uruguayo explora el rompimiento emocional en una familia
Luego de varios años de trabajar en México, el cineasta sudamericano Rodrigo Plá regresa a su natal Uruguay. Ahí filma Lademora, película que narra el complejo reencuentro entre María (Roxana Blanco), una joven que apenas tiene tiempo para trabajar y atender a su familia, con Agustín (Carlos Vallarino), su anciano padre enfermo. Con guión de Laura Santullo, pareja y eterna coautora de sus historias, el realizador presenta una obra que enfatiza el rompimiento emocional en una familia. La cinta recién estrenada en las salas mexicanas, competirá en seis categorías durante la próxima entrega de los Premios Ariel. ¿Por qué regresar a filmar en Uruguay? Uruguay es un país pequeño pero con mucha población vieja. Los jóvenes migran, se van a trabajar a Brasil, Argentina o Europa. Su clima es más inclemente y nos servía para el sentido dramático del personaje. Por otro lado, Montevideo es una ciudad pequeña que permite una mayor cercanía, cosa que no sucede en las grandes metrópolis donde nos perdemos entre la masa. La película tiene dos capas: la poca protección de los ancianos y los conflictos internos de los personajes. Ante todo nos importan las motivaciones de los personajes, ante ellos el sentido social pasa a segundo término. La gran diferencia entre Lademora y mis películas anteriores es que ahora hay un trabajo más profundo con los protagonistas, nos damos tiempo de conocerlos con su ambigüedad, conflictos y deseos. Aunque me atrevería a decir que la trama es lo más importante, incluso por encima del personaje. Quería plantear una reflexión más íntima, por eso los diálogos son medio inocuos y cotidianos. Aquí hay una sutileza que se sostiene en las actuaciones de los protagonistas. ¿Este cambio se lo planteó de manera premeditada? Nuestras tres películas son diferentes entre sí. Laura Santullo y yo creemos que cada historia determina cómo debe ser narrada. El origen de Lademora está en una nota de periódico donde se informa de familiares que abandonan a gente de la tercera edad en clínicas y plazas públicas. Ella escribió un cuento donde le da voz al padre y a la hija, y eso marcó la pauta para la película. Optamos por contarla a partir de la mirada de ambos. ¿Qué tan importante es la literatura dentro de su trabajo? Sin lugar a dudas, la literatura es muy importante en nuestra formación, pero si bien soy narrativo, intento encontrar un nuevo lenguaje que parte de los recursos cinematográficos. La no reiteración de las cosas o la información dosificada se sostiene en un todo, no solo en los diálogos. La película plantea un conflicto moral entre la relación padre–hija, pero sin llegar a juzgarlos. ¿Por qué? No los juzgamos porque lejos de simplificarlos, los complejizamos en toda su dimensión. Queríamos dejar en claro sus motivaciones. Nacho Ortiz me decía que las historias que valen la pena son aquellas que plantean un conflicto ético–moral. Y lo interesante es que el personaje principal de Lademora tiene valores y lucha, pero ante un impulso casi digno de locura entra en conflicto. Nos gustan los personajes que se equivocan porque son más dramáticos e interesantes. Sus películas tienden a mostrar personajes presos, ya sea dentro de un espacio físico o de una prisión personal. Tienes razón. El aislamiento puede generar un desequilibrio en los mundos cerrados y propiciar situaciones extremas que a la larga generan quiebres emocionales. Quiebres que, en sus películas, siempre impactan en las familias. Esa es otra, no sabría explicar por qué en mis películas siempre están presentes las relaciones filiales. Supongo que hijos y padres sirven de contrapunto entre generaciones, en realidad no tengo mucha idea, pero creo que puede ir por ahí. De alguna manera la película retrata el momento en que se desajusta la dinámica interna de una familia.