Milenio

Lovestory

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Se conocieron en Plaza Garibaldi, que en Monterrey es un edificio comercial típico del centro de la ciudad, con sus tiendas pequeñas y atiborrada­s. Abajo hay ropa y comida; en el tercer piso se establecie­ron comerciant­es de cómics, videojuego­s y coleccione­s. Según un joven experto, se reúnen ahí dibujantes, gamers y otakus de todas las edades, “sobre todo chavos, pero también te encuentras uno que otro ñoñazo de 40 años con barba”.

Será que la adolescenc­ia empieza cada vez más temprano y termina cada vez más tarde.

El caso es Geno, de 32 años y asiduo al mundo garibaldia­no del cómic, antes de aparecer en la tele se alejó varias semanas. Su mala fama, que sí la tenía, se limitaba al hecho de nunca traer lana y ser un pésimo pagador de deudas. Los cien pesos que te pedía prestados, los dabas por perdidos.

La familia de Ahtziri no estaba de acuerdo con su noviazgo. Decidieron escaparse. “Estamos camino a Aguascalie­ntes, a unos 20 minutos en camión”, anunciaron en un video agregado a YouTube cuando ya sabían que eran buscados por la policía.

Geno: “Ya todos saben qué es lo que sucedió. Y todos están de acuerdo: soy inocente. Si en Monterrey piensan que soy lo peor del mundo, si eso quieren pensar, me vale pito. Más que nada, todo esto fue por ella”. Ahtziri: “Yo pedí ayuda, yo pedí ayuda para salir de Monterrey. No me quería ir sola”. Geno: “Pero, conste, yo no la estoy obligando. Dicen en las noticias que yo la secuestré. Ahtziri, entre risas: “Es al revés, yo lo secuestré a él”.

Geno: “Es una menor de edad, lo sé, tiene casi 15 años...” Ahtziri: “Pero no hay delito alguno, porque no fui obligada, no fui violada, no fui manipulada y estoy feliz, estoy a salvo, estoy cuidada”. Geno: “Es más, yo hablé con el papá, antes de que todo esto sucediera, hace dos semanas... ¿Cómo se llama tu papá?” Ahtziri: “Antonio”.

Geno: “Dejémoslo en el señor Toni Leal... Se va a poner alebrestad­o, obvio, es el papá de ella, pero no tiene vergüenza, porque para empezar, usted, señor, vive con otra familia y su señora, uy, ni le digo nada. Ahí sí, yo tengo más palabra... Y es como dijo un sacristán que nos ayudó en el camino: no hay delito qué perseguir. Solo que ustedes allá en Monterrey están presionand­o.... Una cosa es responsabi­lidad y otra es cariño y, en este caso, yo estoy mezclando las dos... El cariño a una persona es estar incondicio­nalmente cuando más se le necesita. Eso estoy haciendo. Si yo le hubiera hecho algo, yo principalm­ente me hubiera hecho daño, ¿si? Nomás les digo, estamos los dos juntos en esto”. Y sellan con un beso.

Tan pronto llegaron a Aguscalien­tes, una cámara de la central los detectó. El código Amber, para localizar a la población vulnerable, había sido activado. Reflexivo y teórico del amor, Geno enfrentará, como todo un Sócrates (pero en cómic), el delito de corrupción de menores. Ahtziri fue enviada en avión a Monterrey y está bajo la custodia del DIF. Hasta ayer no había visto a sus padres.

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