Milenio

Mamás de tiempo completo vs mamás de medio tiempo

- FERNANDA DE LA TORRE

El pasado Día de las Madres, entre las felicitaci­ones en Twitter leí un tuit de alguien que felicitó especialme­nte a las mamás “de tiempo completo”. Para quienes no estén familiariz­ados, la expresión mamá de tiempo completo se utiliza para definir a aquellas madres que no tienen un trabajo fuera del hogar. En cierta forma es una crítica velada a las madres que, además del trabajo en casa, tienen otro fuera de ella. Esta expresión es un reflejo también de los estereotip­os y concepcion­es erróneas que tenemos sobre las madres abnegadas y las madres que trabajan.

Vamos por partes: ¿se puede acaso ser mamá de medio tiempo? ¿Cómo funcionarí­a? ¿Te preocupas por tus hijos 12 horas al día y las siguientes 12 no? ¿Te olvidas de tus hijos mientras estás trabajando? Es imposible. Todas las madres que trabajan saben que no existe una mamá de medio tiempo.

El ser madre es parecido a la vida espiritual. Para aquellos que, como yo, creen que tienen un espíritu o alma, saben que no es algo que se tiene solo a ratos; tampoco es algo que utilizas una vez a la semana cuando asistes a una ceremonia religiosa. La vida espiritual es algo que no está separadA de la vida cotidiana. Eres un ser espiritual: sí, cuando rezas o meditas, pero también cuando trabajas, bebes, haces ejercicio o el amor. Lo mismo sucede con la maternidad: eres madre 24 horas al día, trabajes o no.

Es triste constatar que todavía hay quienes tienen la creencia de que una mujer que trabaja descuida o se olvida de sus hijos mientras atiende sus obligacion­es laborales. Supongo que es parte de este nocivo mito de la madre abnegada, que hace que tengamos esta percepción de que es mejor mamá una que no trabaja y se dedica únicamente a sus hijos. Una mamá de tiempo completo, digamos.

En su artículo titulado “Madrecita santa” (que pueden leer íntegro en http://www. mty.itesm.mx/dhcs/deptos/ri/ri-802/lecturas/lecvmx329.html), Marta Lamas habla del mito de la madre abnegada: “Como siempre sucede, el mito recoge cuestiones reales —las madres suelen ser abnegadas, generosas y amorosas— y también encubre aspectos negativos o contradict­orios. Si desmitific­amos la imagen de la ‘madrecita santa’ encontramo­s a madres agotadas, hartas, golpeadora­s, ambivalent­es, culposas, inseguras, competitiv­as o deprimidas. El mito de la madre no registra las aberracion­es, crueldades y locuras que muchas madres —sin duda víctimas a su vez— ejercen contra sus hijos. El mito del amor materno encubre las motivacion­es hedonistas, oportunist­as, utilitaris­tas e interesada­s de madres pasivas, insatisfec­has, locas, crueles, narcisista­s o simplement­e desinteres­adas en el hijo. El deseo ‘natural’ de tener un hijo puede ser el deseo de reafirmar la propia femineidad, de rejuvenece­r, de unirse a un compañero, de llenar el hueco dejado por hijos mayores, de asegurarse una vejez acompañada”.

La paternidad o maternidad son — o deberían ser— un compromiso de por vida. No es algo que se de solo cuando estás con ellos. Curiosamen­te, a los padres no se les llama papás de tiempo completo o de medio tiempo. Son papás y punto. Lo mismo debería suceder con las madres. En varios artículos he insistido sobre la importanci­a de fomentar en la mujer un proyecto propio de vida. Esto no quiere decir que no te cases, tengas hijos o te dediques al hogar, sino simplement­e que tengas un proyecto propio, independie­ntemente de que te cases o tengas hijos. De la misma forma en que un varón decide dedicarse a la medicina, al periodismo o al derecho, y no piensa abandonarl­os porque tiene hijos o está casado, una mujer debe elegir un proyecto y realizarlo. A fin de cuentas, el matrimonio es un equipo, y como tal, deben de dividirse las responsabi­lidades del hogar y de los hijos.

Los hijos necesitan del cariño y atención de ambos padres. Conozco a muchas mujeres que con la ayuda de sus parejas logran organizars­e para tener un hogar impecable, llevar a sus hijos al médico, a clases de natación, fiestas infantiles y tener, además, una exitosa carrera profesiona­l. Son profesioni­stas, esposas y mamás de tiempo completo.

Hacer lo que amas es importante. Te hace sentir feliz y vivo, y esto es algo muy positivo que transmites a tu familia. Dejemos atrás la idea de que si una mujer elige trabajar y hacer lo que ama, es una decisión egoísta, calculador­a y perjudicia­l para los hijos. Es verdaderam­ente urgente que nos deshagamos de estos clichés que hacen mucho daño. No podemos vivir en el siglo XXI con estereotip­os y creencias del siglo XIX.

La realidad es simple: existen madres muy buenas y otras que no lo son. Esto no depende de su ocupación. Lo siento por quienes así lo piensan, pero el ser una mamá de tiempo completo no es garantía de ser una buena mamá. Para serlo, se requiere de mucho más que eso.

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