¿Querrá el Congreso de EU ir a la guerra?
La última declaración de combate fue durante la Segunda Guerra Mundial
La Constitución de Estados Unidos da al Congreso el poder de “declarar la guerra”, pero la última vez que tal declaración formal fue votada data de la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, muy pocos mandatarios de la Unión Americana se han sometido a la decisión del Congreso para lanzar operaciones y menos para ataques puntuales como el que considera Barack Obama en Siria.
En la práctica, los presidentes prefirieron evitar la expresión y lanzaron unilateralmente operaciones militares o invasiones terrestres decenas de veces, en nombre de su autoridad constitucional de comandante en jefe.
Luego de la guerra de Vietnam (1965-1974), pese al veto del presidente republicano Richard Nixon, los congresistas aprobaron la War Powers Resolution para obligar a la Casa Blanca a obtener de hecho una autorización del Congreso para toda intervención en “hostilidades” que duren más de dos meses.
En Irak, en 2003, el presidente George W. Bush fue “autorizado a utilizar la fuerza militar”. Pero la mayoría de los mandatarios ha considerado esta cláusula anticonstitucional y solo se ha limitado a informar al Congreso todo despliegue de tropas.
En diciembre de 1995, el presidente Bill Clinton ordenó el despliegue de 20 mil soldados en apoyo a la fuerza de paz de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bosnia-Herzegovina, tras los acuerdos de paz de Dayton. El Congreso no logró luego un acuerdo sobre varios proyectos de resolución sobre esta decisión.
En 1999, el ex presidente Clinton autorizó ataques aéreos durante 78 días en Yugoslavia, en la guerra de Kosovo, también sin permiso del Congreso.
En cada caso los congresistas se mostraron divididos, incapaces de lograr una mayoría para aprobar una resolución autorizando o prohibiendo esas operaciones, lo que dejó al presidente el campo libre para actuar.
En marzo de 2011, Obama justificó la intervención en Libia con base en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU pese a que el Congreso reclamó en vano ser consultado.
Para Siria, Obama considera que una aprobación formal le daría un sólido apoyo político, cuando la opinión pública parece dividida y la mayoría de los estadunidenses no quiere otra guerra.