Milenio

San José del Cabo UN DESTINO SIN CLICHÉS

Arte, deporte extremo, descanso de lujo y mucho más. Todo es posible en Los Cabos, un sitio en el que cada rincón parece haber sido copiado de un sueño.

- Por Ágata Székely/Baja California

Es tal vez el contraste de horizontes lo que genera una reacción físico/emocional distinta a la que suele ocurrir en los lugares de mar y arena. El paisaje del sur de Baja California no genera en el cuerpo esa laxitud automática y deseo de piñas coladas de los destinos de playa, si no otra cosa: una especie de boost de energía sin sustancias requeridas, un llamado genético a la actividad.

Pueden ser los desiertos de espinas y arbustos, las montañas leves descubiert­as de todo, la población escasa, el ultramar del océano sin diluir, las carreteras fáciles que invitan a acelerar, los que manden el mensaje subliminal de “aquí es donde sucede la aventura”. Pero cualquiera sea el mecanismo de inducción que usa el sitio para generar ese efecto en el viajero, también ofrece una respuesta para no dejarlo con las ganas.

Olas únicas y césped infinito

Son variadas las opciones para disfrutar de San José del Cabo y sus alrededore­s (Cabo San Lucas queda a unos 20 minutos). Desde el clásico avistamien­to de ballenas –de mediados de diciembre a mediados de abril-, hasta surf de primera categoría (acaba de realizarse en junio el primer festival de surf y DJ´s Los Cabos Open of Surf, con competenci­as 6 estrellas).

Todo el año –más exactament­e los 11 meses en los que no llueve- pueden utilizarse campos de golf de los diseñadore­s más importante­s como Jack Nicklaus, Tom Fazio y Robert Trent Jones II. El año que viene estará listo “El Cardonal”, un campo de 18 hoyos ubicado en Cabo San Lucas diseñado por Tiger Woods. Cualquier estación es buena también para las excursione­s a caballo o tours como el Outback & Camel Safari –un paseo por las orillas del Pacífico que incluye 20 minutos de montar camello, caminata, comida típica y degustació­n de tequila.

La más limpia del mundo

Aunque gran parte de las olas del Mar de Cortés son tan bellas como bruscas y no aptas para bañistas, las de la playa El Chileno son una excepción destacable, sobre todo porque el lugar es uno de los cinco distinguid­os en México con la Blue Flag, que certifica a las playas más limpias del mundo. Para obtener este galardón, El Chileno debió cumplir con 33 requisitos estrictos en materia de cuidado ambiental. La playa premiada es transparen­te y calma, y es posible realizar snorkel. Además cuenta con rampas de acceso para personas con capacidade­s especiales y sillas anfibias para que ellos puedan acceder al mar.

Arte, arte, arte

Todos los jueves de invierno y primavera – de noviembre a junio-, a partir de las 5 PM, es hora de salir a una de las artwalk más prestigios­as y concurrida­s del país. Las numerosas galerías de arte del pueblo viejo están abiertas y ofrecen vino y visitas guiadas.

Son imperdible­s El Lunario (ellunario.com) donde si te quedas un tiempo podrás tomar clases de arte), Ida Victoria (idavictori­aarts.com, tres pisos de selecta pintura, escultura, fotografía e impresione­s de edición limitada) y Mata Ortiz y La Sacristía (lasacristi­aart.com) para quienes busquen estética mexicana regional. La primera se especializ­a en cerámicas, en la segunda también se puede encontrar joyería. En la mayor parte de las galerías, que son muchas más que las nombradas, hay exhibicion­es de artistas nacionales e internacio­nales.

Si todas las posibilida­des han cansado al viajero, también existen hospedajes de primer nivel que desafían los conceptos tradiciona­les.

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FOTO: SHUTTERSTO­CK

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