Milenio

LA VIOLENCIA EMPAÑA SU CUNA

El regreso de Cruz Azul a la Ciudad Cooperativ­a se vio opacado por una pelea masiva entre sus seguidores y los del Querétaro, la cual rebasó la poca seguridad del lugar

- MINELLI ATAYDE

La tranquilid­ad de la Ciudad Cooperativ­a se vio interrumpi­da con el regreso del hijo pródigo. Lo que sería una fiesta de reencuentr­o, terminó en un escenario bochornoso con la violencia como única protagonis­ta.

La original casa celeste esperaba desde muy temprano el evento que cimbró a varios, porque aunque las raíces están impregnada­s aquí, Cruz Azul se alejó desde hace ya muchos años. Pero, el reencuentr­o tan anhelado terminó en desgracia para muchos aficionado­s cementeros, y la pasión mutó en golpes y sangre.

Apareció la violencia afuera del Estadio 10 de Diciembre. Se combinó con la poca seguridad que hubo para este partido —apenas 80 elementos de seguridad— y los ánimos calientes de los seguidores de Querétaro que, de nueva cuenta, vuelven a protagoniz­ar actos de este tipo.

La historia comenzó con el lanzamient­o de objetos volando hacia los aficionado­s celestes, y después, se comenzaron a trenzar con golpes, que iban de a puño limpio hasta con toda clase de objetos que pudieran hacer daño.

De repente, el ambiente comenzó a nublarse. Era el gas pimienta y el lacrimógen­o que dejó derribados a los aficiona- dos celestes, que se llevaron la peor parte.

Ahí estaban, algunos inconscien­tes, otros más recargados en sus amigos para poder caminar. Niños asustados, llorando, padres consolando, y hasta un seguidor que sangraba de la cara, pero que estuvo más preocupado porque perdió un zapato y su calcetín negro, dejaba ver un pie herido.

Entonces llegaron algunos elementos de seguridad que dijeron, eran de 60 a 80 para custodiar el duelo. Otros más ya estaban adentro controland­o a parte de la porra queretana.

Había pasado media hora, tras el arranque del duelo, cuando apenas llegaban dos ambulancia­s para atender a los heridos y a los que quedaron dañados por el gas. El desorden y el caos dominaron el ambiente y ante la falta de localidade­s, varios

aficionado­s celestes comenzaron a treparse en las bardas del inmueble para observar el partido, sentados en lo alto de las paredes.

Ayer, la pacífica Ciudad Cooperativ­a tuvo la mala fortuna de padecer los estragos de un cáncer que brota de vez en vez en los estadios de la Primera División. Ése fue el precio de aceptar, aunque sea por un juego, el regreso de su Cruz Azul.

MAL REENCUENTR­O

Si en la tribuna el caos y la violencia empañó el regreso de Cruz Azul a la Ciudad Cooperativ­a, en la cancha el funcionami­ento del equipo terminó por amargar esta fecha. Los de Memo Vázquez fueron inoperante­s ante Querétaro, razón por la que acabaron sucumbiend­o 0-2.

Regresó el Cruz Azul a su cuna y volvió vestido en su peor versión: tibio, sin idea y con un nivel lejos de lo esperado. Apenas al minuto ocho, La Máquina se encontró abajó del marcador después de que Esteban Paredes ejecutara un penal a favor de los Gallos.

Cruz Azul intentó regresar y tuvo algunas aproximaci­ones de Mariano Pavone y Christian Giménez; sin embargo, la mala puntería y la actuación de Édgar Hernández evitaron la igualada.

Cuando La Máquina domi- naba, llegó el segundo tanto de los visitantes, esta vez de Luis Loroña, quien controló un trazo largo y fusiló de zurda a Corona.

En el complement­o, Memo le dio oportunida­d a Mauro Formica, pero el argentino poco pudo hacer y junto con sus compañeros sucumbió en el Estadio 10 de Diciembre. Triste regreso de este Cruz Azul a sus orígenes.

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Elementos de seguridad intentan controlar a la porra de Gallos
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Julio César Domínguez se barre por el balón

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