Milenio

LA MANZANA DE TURING

- POR FEDERICO CAMPBELL

No es inocente el uso de la manzanita mordida en las computador­as Machintosh. En el fondo, sin decirlo, es un homenaje al científico inglés Alan Turing (nacido hace más de 100 años, el 23 de julio de 1912) cuyas investigac­iones en los años cuarenta derivaron en lo que hoy se conoce como computador­a personal. En el país supuestame­nte más civilizado del mundo —el Reino Unido, todavía en 1948— se le persiguió, se le juzgó y se le condenó por algo que solo atañía a su vida personal y que, ahora lo sabemos, no supone una condición patológica. Se le dio a escoger entre la cárcel o una “castración química”, optó por la segunda opción pero ello supuso una profunda caída.

Una noche Turing volvió a su casa y descubrió que su compañero o novio lo había robado. Creyéndose en un país legal lo denunció ante la autoridad y resultó él mismo inculpado, como si se hubiera topado con la policía mexicana, pues los detectives de Scotland Yard decidieron que ambos hombres eran pareja. Los civilizado­s y tolerantes británicos lo condenaron a tomar drogas que lo volvieron impotente y exacerbaro­n su tendencia depresiva. Su familia lo repudió y se le excluyó de sus trabajos de investigac­ión con las computador­as.

Una mañana mordió una manzana inyectada con cianuro. Si embargo, todavía hoy en día se insiste en las redes oficiales en que no está comprobado que se haya tratado de un suicidio, que probableme­nte fue un accidente porque era descuidado y un poco del polvo mortífero se le pegó a la manzana en una mesa del laboratori­o. Nunca se sabrá. Unos dicen que andaba de muy buen humor días antes de su muerte y que tenía la costumbre de acostarse comiéndose una manzana que siempre dejaba a la mitad; otros, que incluso pudo haber sido victima de un homicidio de Estado.

Hacia 1948 en la Universida­d de Manchester fue donde se construyó con la invaluable ayuda de Turing la “Máquina Digital Automática de Manchester”, también conocida como MADAM y que es la primera computador­a en la historia capaz de ejecutar algoritmos largos y con la que Turing inventó programas para hacer cartas de amor o jugar al ajedrez. En realidad estaba allí el nacimiento de la computador­a que tenemos en nuestras casas. Por eso ahora los ingleses lo presumen tanto como a Los Beatles o el escusado que con agua tapa el mal olor y en el que nos sentamos todos los días a leer a Virgilio.

Alan Turing por lo demás era un héroe nacional por los miles de vidas que salvó al descodific­ar el sistema de comunicaci­ón militar de los nazis durante la segunda Guerra Mundial. Esta hazaña, sin embargo, hubo de mantenerse en secreto y no se le celebró.

La Macintosh es la manzana más popular y barata en Estados Unidos; es la clásica, amarilla pálida, para hacer el famoso apple pie, el pastel manzana, típico de la sociedad de inmigrante­s escoceses, irlandeses, ingleses, alemanes, resultado asimismo de la repostería austrohúng­ara. No es descabella­do pensar que los creadores de la Mac hayan pensado en Turing al concebir y diseñar su logotipo; es demasiado obvia la alusión al destacado y solitario matemático que en 1935 se graduó en Cambridge y sobresalió desde entonces como un genio.

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