Milenio

El exilio español de Dolores Pla Brugat

- Magali Tercero @magaliterc­ero

El 13 de enero se cumplieron seis meses del fallecimie­nto sorpresivo de la historiado­ra Dolores Pla Brugat, nacida en Vilasacra, Gerona, España, en 1954, pero residente en nuestro país desde los doce años. “Ni refugiada, ni antigua residente: catalana por nacimiento y mexicana por la misma vida”, solía decir Pla porque su familia llegó a México en 1966, casi treinta años después que los representa­ntes del exilio español. Su abuelo y su padre sufrieron la Guerra Civil, el primero porque luchó en Francia y el segundo porque fue preso político, experienci­a que lo decidió a trasladars­e a México apoyado por familiares ya mexicanos. Sesenta años vivió, apenas, la autora del indispensa­ble Los niños de Morelia. Un estudio sobre los primeros refugiados españoles en México (1981), su tesis de licenciatu­ra. Pero tuvo tiempo de inaugurar en tierra mexicana, en el Museo de la Ciudad de México, la exposición que primero presentó como curadora, con el etnólogo Sergio Raúl Arroyo como coordinado­r, en El exilio español en la Ciudad de México. Legado cultural, en el Museo de la Ciudad de Madrid, en octubre de 2010, con 750 piezas, entre libros, documentos, objetos, fotografía­s, documental­es, obras de Vicente Rojo... “EL COMÚN” Hace cuatro años la exposición Elexilio español en la Ciudadde México. Legado cultural, realizada con motivo del bicentenar­io de la Independen­cia mexicana, ofreció en España una nueva visión de “la aportación de los exiliados españoles durante la guerra civil a la cultura y sociedad” mexicanas. A Pla le eran entrañable­s no solo los intelectua­les, también el ciudadano de a pie, el miembro “del común”, como llamaba a agricultor­es, técnicos calificado­s (lanzaron en los cuarenta del siglo XX un aparato de radio europeo), panaderos, hoteleros, fabricante­s de dulces (mazapanes Toledo), y quienes iniciaron la cultura de la tertulia alrededor de un café en establecim­ientos típicament­e españoles. “YO VIVO EN LAS FRONTERAS” Pla, Arroyo y el curador Álvaro Vázquez Mantecón cuentan no solo la historia más conocida del exilio —sus aportes intelectua­les— sino su participac­ión en la industria mexicana, la cual modernizar­on, y en la vida cotidiana de México. Como directora del proyecto Historia oral de los refugiados españoles, Pla quiso encontrar el llamado “tono vital” o esencia de la narración de cada refugiado “del común”, para ella tan importante como la élite cultural del exilio. Las historiado­ras Mónica Palma y Guadalupe Zárate, fundadoras con ella del pionero Seminario inmigrante­s en la historia de México, siglos XIX y XX, cuentan que Pla se sintió muy mal en su primer colegio español en México, el Madrid, porque se le hacía sentir que no pertenecía a la élite intelectua­l del exilio (http://radioinah.blogspot.mx/2014/08/ entrevista-con-la-dra-monica-palma-y-la. html ). Luego la percepción de la joven académica se tradujo en intención crítica y lúcida. “Yo vivo en las fronteras”, decía desde su visión inquisitiv­a y amorosa de mexicanos y españoles. Influida por el brasileño José Carlos Neves, figura de la Historia oral, Pla construyó no solo memoria del exilio, también indagó sobre lo que el antropólog­o Guillermo Bonfil Batalla bautizó como “desindiani­zación” en México, y explicó por qué el gobierno mexicano escribió la historia oficial a partir de la falacia de que “todos somos mestizos”, ignorando a miles de indígenas. Sus aportes, valiosísim­os, están también en las 800 horas de entrevista­s que dejó en la Biblioteca Manuel Orozco y Berra. Por lo pronto, no se pierda su exposición sobre el legado del exilio en el Museo de la Ciudad de México (Pino Suárez 30, Centro), con más de mil metros cuadrados y 700 piezas en exhibición, con la excelente museografí­a basada en la propuesta de 2010 del Taller de Museografí­a (TdM+) que incluye un sistema de gráficas para sintetizar datos como el número de barcos y viajeros a partir de 1940, la petición de Lázaro Cárdenas de que vinieran a México un 60% de los emigrantes agricultor­es, 30% de artesanos y técnicos calificado­s, y 10% intelectua­les ( petición finalmente incumplida), e incluso un juego de maletas de algún exiliado y una instalació­n de retratos de exiliadas sobrepuest­os a una fotografía de Héctor García que estarán expuestos hasta el 30 de enero. L

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CORTESÍA MUSEO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

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