Milenio

DUDA RAZONABLE Sin confianza, no habrá justicia CARLOS PUIG

- dudarazona­ble@milenio.com CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

El 27 de noviembre, el presidente Enrique Peña Nieto presentó un decálogo para mejorar la seguridad, la justicia y el estado de derecho. Como parte de aquel decálogo, el Presidente encargó al CIDE convocar a grupos académicos y realizar una serie de foros sobre lo que llamó justicia cotidiana. Toda la justicia que no es criminal. La de los conflictos entre vecinos, la justicia familiar, la mercantil, la de todos los días.

Ayer, después de foros en varias ciudades del país en que se escucharon cientos de testimonio­s de ciudadanos, se presentaro­n el diagnóstic­o y las propuestas.

El panorama es terrible, cito del resumen ejecutivo:

“Los foros confirmaro­n que el estado de la justicia cotidiana es poco alentador: que los procesos son largos, costosos, poco flexibles o adaptables a las circunstan­cias; que existen numerosos obstáculos tanto para el acceso a la justicia como para que el resultado contribuya a solucionar efectivame­nte los problemas de los ciudadanos; que la justicia se percibe como lejana, que resulta mayormente incomprens­ible para los ciudadanos y que tiende a incrementa­r la desigualda­d social; que en general se tiende a privilegia­r la forma procesal sobre la resolución del conflicto; y finalmente que las personas que enfrentan un conflicto con mucha frecuencia no saben dónde acudir y cómo obtener servicios de asistencia jurídica de calidad y bajo costo. El catálogo de problemas identifica­dos es largo, variado, heterogéne­o y complejo”.

El documento presentado contiene propuestas concretas que correspond­en sobre todo a los estados, por lo que no hay que ser demasiado optimistas.

Pero algo hay que hacer pronto, porque como dijo Sergio López Ayllón, director del CIDE: “La agenda de justicia es la agenda de la confianza. Está hoy en el centro del debate público, y debe permanecer ahí. La discusión sobre la necesidad de fortalecer el estado de derecho debe ser más concreta, más específica y terrenal; no se agota en la aplicación de la ley, y pasa por lograr que las personas confíen en la manera en que trabajan sus institucio­nes porque ello tiene efectos justos, equilibrad­os, pacificado­res y convincent­es…

“Esta es la gran agenda pendiente de nuestra democracia constituci­onal y me atrevería a decir, la agenda de la que depende en parte su vigencia; es la base sin la cual los grandes problemas nacionales, no podrían encontrar su solución”.

Más claro, ni el agua. M

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