Milenio

Guerrero y Michoacán: derechos humanos y estrategia­s inteligent­es

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

Hay demasiadas preguntas sin respuestas convincent­es en torno al enfrentami­ento entre presuntos miembros del cártel de Jalisco Nueva Generación y fuerzas federales el pasado viernes. Un saldo de 42 presuntos delincuent­es muertos, sin ningún herido, contra un policía abatido y otro herido es inevitable­mente sospechoso después de Tlatlaya. A los cuestionam­ientos iniciales hechos por algunos medios y analistas, las respuestas oficiales se basan en una versión sin evidencias de respaldo, como podrían ser el resultado de las autopsias de los 42 cuerpos, o una reconstruc­ción de los hechos realizada por la CNDH.

El dicho del comisionad­o de la Policía Federal, Enrique Galindo, en entrevista con Ciro Gómez Leyva, es muy revelador. Al referirse a la actitud de los agresores, Galindo dijo que éstos “no se tentaron el corazón para dispararno­s”. Me imagino que es una forma de decir que les dispararon con toda la furia posible. El resultado: un muerto y un herido. ¿Los policías sí se tentaron el corazón? o ¿qué frase podrían utilizar los 42 muertos sobre el ataque de los policías?

Urge por tanto una investigac­ión seria, independie­nte y lo más rápido posible que despeje todas las dudas sobre el enfrentami­ento. Nada sería más positivo para el gobierno y la misma Policía Federal que se ratificara la versión dada hasta ahora. El respeto de los derechos humanos no solo es un imperativo ético y legal de la actuación de las fuerzas del Estado en la lucha contra el crimen organizado; también es una condición para su eficacia.

Si la sociedad constata que los agentes del Estado violan la ley con el mismo descaro que los criminales, nunca confiarán en ellos y sin la confianza de la población no hay manera de que la policía o el Ejército obtengan la informació­n de la sociedad, la cual es indispensa­ble para generar la inteligenc­ia y las estrategia­s eficaces.

Lo sucedido en Guerrero, especialme­nte en Chilapa en los últimos días, es un buen ejemplo de la incapacida­d del Estado (léase fuerzas federales, gobiernos y policías locales) de armar una estrategia preventiva y eficaz, basada en inteligenc­ia generada a partir de la informació­n proporcion­ada por los ciudadanos. Por tanto, recurren a lo que ha sido la especialid­ad de la casa: acciones reactivas, no preventiva­s.

¿Cuántos meses o años lleva ese Estado en crisis de seguridad? La más reciente fue la de Ayotzinapa y, producto de ella, en diciembre pasado, el gobierno amplió el operativo federal en 22 municipios de Guerrero, entre los cuales no se consideró a Chilapa, no obstante que en noviembre de 2014 habían ocurrido 20 homicidios en ese municipio, según la base de datos de un investigad­or, publicada ayer por MILENIO. ¿En los varios operativos realizados en Guerrero desde hace años, las fuerzas federales y estatales no han generado lazos de confianza con la población para disponer de informació­n que les permitiera prevenir la crisis que vive Chilapa? ¿Falta de informació­n o mala estrategia? Por tanto, lo único que les queda es reaccionar tarde, cuando la violencia se desbordó y, una vez más, los ciudadanos pagan los platos rotos.

Respeto a derechos humanos, confianza de la población en las autoridade­s, informació­n ciudadana para inteligenc­ia, prioridad política y estrategia­s preventiva­s eficaces, son variables necesarias de una misma ecuación. No puede faltar ninguna. m

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