Milenio

Hasta que la desgracia nos alcance...

- LA DAVID FAITELSON david.m.faitelson@espn.com · twitter@Faitelson_ ESPN

Berlín, Alemania. Hoy llega Messi a esta ciudad, pero sobre la avenida Unta Den Linden, en la Parisser Platz y frente a la Puerta de Brandenbur­go, el futbol sigue sucio y ensuciándo­se. El peligro es que, finalmente, la desgracia alcance a la cancha. Y no estamos muy lejos de que eso suceda, luego que las últimas revelacion­es del escándalo de FIFA revelan un pago a la Federación Irlandesa de Futbol para acallar las reclamacio­nes tras aquel gol con la mano de Thierry Henry que en 2009 significó la clasificac­ión al Mundial de Sudáfrica. La cancha, la bendita y en apariencia pura cancha, empieza a maltratars­e por el escándalo del FIFA-gate.

Y lo que sobran son preguntas: ¿la FIFA alteró alguna vez el resultado de un partido? ¿La FIFA pudo interferir en el trabajo de un árbitro? ¿La FIFA se metió con algún equipo, con algún jugador? ¿La FIFA tapó algún caso de doping? ¿Qué hizo la FIFA por y contra el juego para hacer prevalecer sus intereses?

Las investigac­iones continúan. Las revelacion­es, cada vez menos asombrosas, también. ¿Cuándo finalmente alcanzarán esos terribles temas a la cancha? ¿Cuándo afectarán directamen­te al futbol y a las consecuenc­ias de un resultado, de su historia y de su credibilid­ad?

Las calles de Berlín esperan a sus grandes protagonis­tas. Barcelona y Juventus definirán mañana a quien deberemos considerar como el mejor equipo del mundo y entre la plantilla de jugadores prevalece un gran talento, algunos de ellos, pertenecie­ntes a la clase más desarrolla­da en la historia del deporte: Messi, Pirlo, Xavi, Tévez, Neymar, Buffon, Suárez y Pogba. La parte más pura y transparen­te del juego saldrá a escena en medio de las grandes dudas generadas por quienes administra­n y han administra­do a la industria los últimos 30 años.

Espero que la tormenta deje de serlo en el momento propicio y que, sin esconder ni reservarse nada, lastime lo menos posible los intereses de la cancha, la parte romántica del juego en la que seguimos creyendo y por la que seguimos suspirando. El futbol debe ser un motivo de inspiració­n y alegría para las futuras generacion­es y no una acumulació­n de podredumbr­e provocada por aquellos que tenían y tienen el poder de este deporte.

La Puerta de Brandenbur­go espera por ti, Messi. Ven, ábrela, hazla tuya y muéstranos el camino de la verdad, la nobleza y la integridad futbolísti­ca.

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