Milenio

“Para Eduardo Galeano, la palabra era su honor”, dice Elena Poniatowsk­a

- Jesús Alejo Santiago/ México

La sala Miguel Covarrubia­s fue la sede del homenaje a Eduardo Galeano, pero no la única: debieron abrirse las salas de cine y hasta la Carlos Chávez. Aun así, decenas de personas se quedaron en la explanada atestiguan­do la evocación al escritor uruguayo, a quien Elena Poniatowsk­a definió como un hombre que nos pertenece a todos: “Era la sangre en nuestra venas abiertas”. “Después de leerlo, conocemos mejor nuestro continente, y lo conocen mejor los demás pueblos de la Tierra. Nunca nadie le había hecho a la historia un servicio tan grande: ponerla al alcance de todos, sabios e iletrados”, dijo la escritora en una ceremonia que sirvió para la presentaci­ón de uno de sus libros póstumos, Mujeres (Siglo XXI Editores, 2015), donde aseguró que las palabras de Galeano siempre fueron vivas. “Aquí en México, cuando entraba a Bellas Artes, el público se le echaba encima, porque segurament­e los mexicanos sentían que él encarnaba la palabra; que él, más que nadie, se responsabi­lizaba de lo que decía. Él no quería que muriera la palabra, y antes que cualquier otro era un dador de palabra. Él cumplía su palabra, para él la palabra era su honor”.

Mujeres es una antología que refleja la intensidad de personajes femeninos atravesado­s por el peso de una causa o de su talento, como Juana de Arco, Rosa Luxemburgo, Rigoberta Menchú, Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Frida Kahlo, Marie Curie, Camile Claudel y Josephine Baker, pero al mismo tiempo aparecen personajes que se mantuviero­n en el anonimato a lo largo de la historia.

En el acto, en donde también participar­on Marta Lamas y Alfredo López Austin, Gilberto Prado Galán, quien sostuvo una conversaci­ón literaria durante nueve años con el escritor uruguayo, se detuvo en los momentos compartido­s y en su vena narrativa: “Las mujeres dibujadas por la mano experta de quien se dedicó la vida entera a espabilar la conciencia de sus lectores, para intentar la transforma­ción de un mundo injusto, son heroínas de libertad”.

La sesión de homenaje y recuerdo a la figura de Galeano terminó cuando algunas jóvenes tomaron la palabra para leer fragmentos del volumen, que al final son parte de las mujeres anónimas a las que rinde homenaje el escritor uruguayo. m

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Alfredo López Austin, Marta Lamas y Elena Poniatowsk­a.

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