El TuitGate
Guillermo de Ockham dijo: “En condiciones iguales, la explicación más sencilla suele ser la correcta”. La explicación más sencilla es: los famosos que tuitearon el 7 de junio a favor del PVEM formaron parte de una campaña orquestada.
¿Probarlo? Depende de la voluntad de la autoridad.
¿Penalizarlo? Estoy de acuerdo en que se investigue a todos los involucrados en el TuitGate, pero hay que apuntar que la ley del 2007-2008 es clara: no se puede contratar en radio y televisión. El Twitter, más aún siendo particular, está en un área no contemplada.
La conductora Inés Sainz asegura que fue su “agencia de medios”; la Femexfut sanciona al Piojo Herrera y otros aseguran haber rechazado el negocio. Nadie ha sido llamado a declarar. Pero muchos de los famosos que tuitearon están sintiendo el calorcito del rechazo y el pequeño o gran golpe a su imagen pública y su credibilidad, sin contar el escarnio social que pulula, la mayor parte a sus espaldas.
Pero el origen del mal no es el TuitGate, sino la “veda”. Así como la ilegalidad de pagar, si se nos pega la gana, publicidad a favor de algún candidato. Lo es mucho más hoy con el advenimiento de los candidatos independientes. Si Enrique Peña Nieto quiere coronar su reforma política y los aplausos que ya se ha llevado por abrirle la puerta a los ciudadanos comunes en el proceso electoral, debe promover por un juego abierto con reglas claras para el 2018: que se pueda adquirir y contratar publicidad, que se transparenten las partidas publicitarias que le dan a los partidos y que se facture todo. Que el PVEM o cualquier otra empresa, persona o partido político puedan contratar la agencia o el vocero de su preferencia, pero con límites, documentos e IVA. Ya que cada quien cuide su imagen.
Por cierto, mensaje a todos los demás partidos políticos: les están comiendo el mandado. En lugar de quejarse a toro pasado, cambien esa estúpida ley, pero ya, porque el reloj está corriendo.