Hasta se creen guapos
Lo mejor de los procesos electorales de la democracia a la mexicana que será dadaísta o no será, no fue la derrota estrepitosa de las encuestadoras que por alguna extraña razón no recurren al método científico, sino al esoterismo para hacer su trabajo; ni el advenimiento de los candidatos independientes que ponen a parir chayotes a los políticos artríticos y de flojera que vienen repitiendo los mismo aburridos rollos del mar muerto con demagogia de a peso; ni la caída de los anulistas que lo único que consiguieron fue mantener convida a los partidos rémoras; ni las hurracarranasguajoloteras que recibió la partidocracia pueril y anquilosada por parte de los votantes que están francamente hasta la madre de sus excesossalinescos; ni el linchamiento pormenorizado del Piojo Herrera y los demás hijos del tuiteo con taxímetro y Tucán incluidos.
No. Lo verdaderamente hilarante e informativo fueron las maromas mentales con las cualesde los grandes líderes partidistas trataron de darle la vuelta a sus estentóreas derrotas en los comicios. Con las herramientas herrumbrosas de su labia echeverrista y montados en una desmesurada sobredosis de terapia y manuales de autoayuda, no solo pretenden hacernos creer que tuvieron un triunfo electoral contundente e inobjetable, sino que casi casi hasta se visualizan guapos.
Eso sin contar la ironía que subyace en que en distintos frentes el PRI y el PAN estén pidiendo por piedad el recuento voto por voto, casilla por casilla. Eso mientras el PRD en el DF anda lloriqueando patéticamente por un mendrugo de votación, luego de que se pasaron tres años dormidos en la hamaca, aplaudiendo a un doctor Mancera que ni por equivocación se le rebeló al gobierno federal.
Pero ya se sabe, principio de realidad mata carita.
Lo mejor es cuando Navarrete, Madero y Camacho Quiroz tratan de explicar que lo ocurrido en las urnas no fue una debacle atribuible a sus estrategias con naftalina, la espotización salvaje y ni el perfil de sus candidatos que parecían sacados de La ley de Herodes, sino que más bien se trata de un triunfo de la pluralidad y la inclusión, de las que por supuesto fueron gentiles promotores.
Cómo estará la cosa que es más verosímil el Partido Verde amparándose en la muy dudosa espontaneidad de los tuits piojísticos (fueron tan espontáneos como su redacción hecha con las de caminar), que las excusas de la partidocracia ante su propia decadencia que la hace ver más tiesos que las momias de Guanajuato. m