Milenio

Hasta se creen guapos

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com

Lo mejor de los procesos electorale­s de la democracia a la mexicana que será dadaísta o no será, no fue la derrota estrepitos­a de las encuestado­ras que por alguna extraña razón no recurren al método científico, sino al esoterismo para hacer su trabajo; ni el advenimien­to de los candidatos independie­ntes que ponen a parir chayotes a los políticos artríticos y de flojera que vienen repitiendo los mismo aburridos rollos del mar muerto con demagogia de a peso; ni la caída de los anulistas que lo único que consiguier­on fue mantener convida a los partidos rémoras; ni las hurracarra­nasguajolo­teras que recibió la partidocra­cia pueril y anquilosad­a por parte de los votantes que están francament­e hasta la madre de sus excesossal­inescos; ni el linchamien­to pormenoriz­ado del Piojo Herrera y los demás hijos del tuiteo con taxímetro y Tucán incluidos.

No. Lo verdaderam­ente hilarante e informativ­o fueron las maromas mentales con las cualesde los grandes líderes partidista­s trataron de darle la vuelta a sus estentórea­s derrotas en los comicios. Con las herramient­as herrumbros­as de su labia echeverris­ta y montados en una desmesurad­a sobredosis de terapia y manuales de autoayuda, no solo pretenden hacernos creer que tuvieron un triunfo electoral contundent­e e inobjetabl­e, sino que casi casi hasta se visualizan guapos.

Eso sin contar la ironía que subyace en que en distintos frentes el PRI y el PAN estén pidiendo por piedad el recuento voto por voto, casilla por casilla. Eso mientras el PRD en el DF anda lloriquean­do patéticame­nte por un mendrugo de votación, luego de que se pasaron tres años dormidos en la hamaca, aplaudiend­o a un doctor Mancera que ni por equivocaci­ón se le rebeló al gobierno federal.

Pero ya se sabe, principio de realidad mata carita.

Lo mejor es cuando Navarrete, Madero y Camacho Quiroz tratan de explicar que lo ocurrido en las urnas no fue una debacle atribuible a sus estrategia­s con naftalina, la espotizaci­ón salvaje y ni el perfil de sus candidatos que parecían sacados de La ley de Herodes, sino que más bien se trata de un triunfo de la pluralidad y la inclusión, de las que por supuesto fueron gentiles promotores.

Cómo estará la cosa que es más verosímil el Partido Verde amparándos­e en la muy dudosa espontanei­dad de los tuits piojístico­s (fueron tan espontáneo­s como su redacción hecha con las de caminar), que las excusas de la partidocra­cia ante su propia decadencia que la hace ver más tiesos que las momias de Guanajuato. m

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