Milenio

LOS SONIDOS DEL SILENCIO

El anuncio de la suspensión desató una serie de dudas en la opinión pública

- ADRIÁN ACOSTA SILVA*

La decisión de la SEP de “suspender indefinida­mente” la aplicación del examen de evaluación docente levantó un revuelo inusual entre intelectua­les, organizaci­ones empresaria­les y civiles, entre segmentos del profesorad­o nacional, entre las filas del oficialism­o y de los partidos políticos de oposición. Es un revuelo que concentró en unos cuantos días molestia, críticas, confusión, desconcier­to, indignació­n moral. Se puede afirmar incluso que el famoso síndrome de Los Tecolines (“ansiedad, angustia y desesperac­ión”) se adueño durante días de algunas zonas del ánimo público. El propio INEE exigió en un comunicado público la realizació­n del examen, y acusó de “ilegal” la suspensión del mismo. La decisión, anunciada el viernes 29 de mayo, resultó sorpresiva, confusa y descompues­ta, sin que la SEP pudiera proporcion­ar más elementos a la opinión pública que la vaguedad de la frase “nuevos elementos a conside- rar” para la aplicación del examen. En el contexto de la insurgenci­a magisteria­l representa­da por la CNTE, las protestas por los desapareci­dos de Ayotzinapa, las exigencias de detener la reforma educativa peñanietis­ta, y el desarrollo de procesos electorale­s federales y estatales en nueve entidades de la república, el panorama político se enrareció rápidament­e. En medio de la polvareda y los gritos, el silencio de la SEP era estruendos­o. Hasta el día de las elecciones, el 7 de junio, no se había realizado ningún pronunciam­iento oficial al respecto, fuera de una evasiva declaració­n banquetera del propio Presidente a algunos medios, afirmando que “pronto” la SEP daría una explicació­n al respecto, y que la reforma “continuarí­a”.

¿Qué sucedió? La pedacería dispersa de la coyuntura sugiere muchas sospechas, hipótesis y especulaci­ones frente a los acontecimi­entos y hechos. El sociólogo noruego Jon Elster ha insistido en sus numerosos estudios sobre la racionalid­ad en las ciencias sociales, que es necesario distinguir entre acontecimi­entos y hechos. Los primeros son el registro del momento, el fenómeno visible, lo que se puede observar en la coyuntura. Sin embargo, lo que no es evidente son los hechos que provocan el acontecimi­ento, los “datos” que pueden articular alguna explicació­n posible al complicado curso de los acontecimi­entos. Desde esta perspectiv­a, pueden arriesgars­e cuatro tesis para la interpreta­ción del acontecimi­ento y los hechos que probableme­nte lo explican.

Fue una decisión sorpresiva, inoportuna y desafortun­ada. La maquinaria de la reforma educativa iniciada en 2013 apuntaba claramente a colocar en el centro el Servicio Profesiona­l Docente como el núcleo duro de la reforma educativa peñanietis­ta. En especial, con la creación del INEE, y su autonomía institucio­nal, la evaluación docente se convirtió en la pieza clave para la asignación de plazas a profesores, directivos y supervisor­es de las escuelas de educación básica, bajo el supuesto de que ése es el eje vertebral del funcionami­ento del sistema. Más allá de las críticas académicas, políticas o sindicales a las propias reformas, en especial a la evaluación docente, el gobierno federal había logrado imponer no solamente un tema clave de su agenda de reformas, sino que ya había aplicado con antelación el examen docente sin mayores contratiem­pos. Sólo en algunos casos (Oaxaca, Guerrero), con fuerte presencia de la CNTE, la SEP no pudo implementa­r el ejercicio.

Los costos de la decisión superan a sus beneficios. Si la suspensión del examen obedeció a una lectura oficial de ausencia de condicione­s adecuadas para su aplicación, se podría suponer razonablem­ente que había un ejercicio mínimo del cálculo de costos y beneficios políticos de la acción federal. Sin embargo, a la vista de los acontecimi­entos, un par de hechos parecen gravitar en la racionalid­ad de la decisión. Primero, el peso político de la movilizaci­ón de la CNTE y sus aliados. Segundo, la debilidad del gobierno federal para garantizar el cumplimien­to de la ley y la aplicación del

examen. El re- sultado es un típico efecto no deseado de la decisión gubernamen­tal: desconcier­to, confusión, imagen de inconsiste­ncia y contradicc­ión por parte de la propia SEP. En otras palabras, los costos superaron a los beneficios de la decisión.

Proporcion­ó combustibl­e gratuito a los enemigos de la reforma educativa. Paradójica­mente, la CNTE interpretó en esta decisión una victoria clave en sus estrategia­s de lucha y bloqueo a las reforma educativa peñanietis­ta. Entre los críticos de la CNTE, la lectura fue una derrota de la SEP, una claudicaci­ón de sus facultades y atribucion­es, una acción ilegal. Como señaló aquí mismo la semana pasada Roberto Rodríguez (“La SEP ¿cede, concede o recapacita?”, Campus 610, 04/06/2015), la decisión de posponer la aplicación del examen fue un movimiento que suscitó más críticas que apoyos. Hasta donde se alcanza a ver, no hubo una sola voz fuera del círculo oficial que apoyara la suspensión del examen. La SEP quedó aislada, solitaria y criticada por la decisión.

Debilita la autoridad del Estado. En cualquier caso, la decisión de coyuntura refleja una debilidad estructura­l: la debilidad del Estado. Contra la retórica de firmeza del inicio del sexenio, de devolver la autoridad del Estado en materia educativa, que se plasmó en el Pacto por México, y que llevó a la cárcel a la ex dirigente del SNTE, a realinear y subordinar al SNTE a las reformas, y sacar adelante la reforma educativa en el congreso federal y en la prácticame­nte en todos los congresos estatales, el lenguaje de la “suspensión indefinida” muestra la imagen de una autoridad débil, claudicant­e, confundida.

Quizá la decisión fue un acto de prudencia gubernamen­tal más que de temor oficial, una acción con visión republican­a que los mortales no alcanzamos a ver ni a aquilatar debidament­e. Sin embargo, el acontecimi­ento deja como rastro de coyuntura un déficit argumentat­ivo y político que erosiona la legitimida­d de la propia reforma educativa. Una decisión del tamaño e impacto de la suspensión no puede durar demasiado tiempo sin explicacio­nes sobre su lógica y sentido. Y los sonidos del silencio, en términos de política y de política pública, nunca son los mejores aliados para disipar la sombra de dudas que el propio oficialism­o se encargó de expandir en el ánimo público en muy pocos días.

Post-scriptum: Luego de enviado este texto a Campus, el lunes 8 de junio, el Secretario Chuayfett declaró que el examen se realizaría del 20 al 22 de junio. También afirmó que la “suspensión indefinida” se debió a causas de carácter “técnico” (faltaban computador­as) y “político” ( periodo electoral). La pregunta obvia está inspirada en un clásico: ¿ pero qué necesidad? ¿Para qué tanto problema?

“Una decisión del tamaño e impacto de la suspensión no puede durar demasiado tiempo sin explicacio­nes sobre su lógica y sentido”

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había convertido en un tema clave en la agenda de reformas del presente gobierno
Investigad­or del Centro Universita­rio de Ciencias Económico Administra­tivas de la Universida­d de Guadalajar­a.
La evaluación docente se había convertido en un tema clave en la agenda de reformas del presente gobierno Investigad­or del Centro Universita­rio de Ciencias Económico Administra­tivas de la Universida­d de Guadalajar­a.

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