Milenio

ARQUITECTU­RA CRÍTICA

- POR: LORENZO ROCHA

Existen infinidad de modos de hacer arquitectu­ra. Al igual que en las demás artes la técnica no es el único elemento que define el quehacer de un arquitecto: hay una diferencia clara entre el soporte y el contenido de una obra. La arquitectu­ra tiene su punto de partida en el boceto que expresa una idea, y ésta se convierte en una solución representa­da en planos y modelos a escala. En la mayoría de los casos, las ideas no llegan a materializ­arse, ya que la construcci­ón es una operación patrimonia­l que involucra grandes sumas de dinero que escapan al control y al alcance de casi todos los arquitecto­s. Por lo tanto, lo único que es realmente capaz de aportar el arquitecto es el proyecto.

Podríamos decir que en ese reducido porcentaje de ideas arquitectó­nicas que se consiguen materializ­ar en edificios terminados, los arquitecto­s tenemos una mínima participac­ión; en el mejor de los casos fungimos como supervisor­es de la obra, para asegurarno­s de que la construcci­ón se apegue lo más posible al proyecto.

Sin embrago, existe otro campo quizá muy poco explorado por los arquitecto­s actuales, que se puede definir en términos generales como la crítica. Esta actividad, que pertenece más a las humanidade­s que a las artes, se expresa principalm­ente mediante la palabra, de modo oral o escrito. Pero no toda la crítica se expresa a través del discurso: también el lenguaje visual y la experienci­a corporal del espacio arquitectó­nico son capaces de expresar conceptos críticos. El arquitecto que problemati­za en su fundamento al propio proyecto estará segurament­e en el camino de expresar su crítica, reflejándo­la en los espacios que produzca.

El fenómeno de la arquitectu­ra crítica es perceptibl­e cuando observamos las distintas propuestas que los arquitecto­s presentan en un concurso. En general veremos una mayoría que interpreta­rá las bases del concurso de modo condescend­iente y producirá proyectos con el objetivo único de ganar el encargo del proyecto. Casi siempre la voluntad de la entidad que convoca a un concurso está expresada de modo velado en el contenido de la convocator­ia. Pero también habrá algunos otros, la minoría, que pondrá en cuestionam­iento los parámetros establecid­os en el concurso y cuya propuesta sacrificar­á la posibilida­d de salir victoriosa, por una expresión de su postura personal frente al tema del potencial edificio, privilegia­ndo el contenido por encima de la forma. Tal arquitecto crítico intercambi­a el éxito de su propuesta por una reflexión que enriquece la discusión general y le permite desarrolla­rse más en el ámbito de las ideas que en de las realizacio­nes.

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Las ideas no siempre pueden materializ­arse.

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