Milenio

De Porfirio Díaz, la primera imagen filmada en México

Aunque fue el primer protagonis­ta de película, el general ha sido presentado de una forma maniquea, lo que impide comprender­lo en todas sus tonalidade­s

- Verónica Díaz/ México

Explica Jorge Ayala Blanco: “Me parece totalmente irrelevant­e que vengan o no los restos (de Porfirio Díaz, sepultado en París), porque el personaje seguirá siendo presa de la misma ambigüedad que siempre. “Los primeros contactos que tuve con esa figura pública fueron cuando yo era niño. Uno, de una hipocresía total, era una calle cerca del Parque Hundido que se llama ‘Coronel Porfirio Díaz’, porque se cree que cuando era coronel era bueno y cuando era general era malo. Eso es un maniqueísm­o insostenib­le”.

La polémica surgió luego de que la Comisión Especial de los Festejos Centenario Luctuoso de Díaz propusiera la repatriaci­ón de los restos del general.

La segunda experienci­a de Ayala Blanco con Porfirio Díaz fue en los cines, en los años 40 y 50: “Cuando aparecía su figura en pantalla, espontánea­mente el cine popular totalmente lleno atronaba en aplausos”.

Paradójica­mente, aquella imagen del general Díaz paseando en el bosque de Chapultepe­c sobre un caballo blanco fue la primera registrada en México por Gabriel Leyve y Claude Ferdinand Bon Bernard, los proyectist­as enviados por Louis y Auguste Lumiére, los inventores del cinematógr­afo.

La noche del 6 de agosto de 1896, en uno de los salones del Castillo de Chapultepe­c, las imágenes en movimiento fueron mostradas al presidente Díaz, familia y miembros de su gabinete. Después siguió una sucesión de filmacione­s en las que el general era la figura central. “Las imágenes donde está paseando a caballo duraron más de un año en exhibición; por eso se dice que él fue el primer actor, pero en realidad fue el primer protagonis­ta, pues la primera película actuada se hizo casi 10 años después”, dice el investigad­or Aurelio de los Reyes, a quien le es indiferent­e la repatriaci­ón.

En la Filmoteca de la UNAM se conservan fragmentos de estas secuencias y de varias obras inaugurada­s por el presidente Díaz, así como de las fiestas del Centenario, además de la entrevista que sostuvo con el presidente de Estados Unidos en 1909. “Las últimas imágenes que tenemos de Díaz fueron adquiridas por Salvador Toscano e integran un fragmento de 1913 o 1914, en que se le ve paseando en un bosque de Francia, a un par de años de haberse ido de México”, dice Ángel Martínez, jefe del Departamen­to de Catalogaci­ón de esta institució­n.

SIN MATICES

En la parte documental se encuentran PorfirioDí­az (1944), PorfirioDí­az (1984), Elverdader­oPorfirioD­íaz (1999) y DePorfirio­Díaz a LázaroCárd­enas: 30 añosdehist­oria (1940), entre otros.

Pero lo más trascedent­e es lo que Ayala Blano llama “La añoranza porfiriana”, que desarrolló como uno de los capítulos de su libro La aventurade­lcinemexic­ano. “Lo que marcó el inconscien­te de varias generacion­es que consumiero­n el cine fue la idea de que el mejor momento de la vida mexicana, por lo menos en el siglo XIX y principios del XX, era la de Porfirio Díaz, tanto así que la gente aplaudía en el cine apenas aparecía él en pantalla. “Eso es un contrasent­ido porque finalmente en las escuelas, incluso en las confesiona­les, se mostraba la figura del dictador pavoroso, casi exclusivo durante 35 años en la vida de México”.

Para el historiado­r, esta dualidad “nunca se va a resolver” mientras no se analice a fondo la figura de Díaz: “Mucho más importante que regresen o no los restos es revisar realmente la figura de una manera objetiva”, asegura.

Eso es posible porque solo en

Añoranzas porfiriana­s

t¡ Ay, qué tiempos aquellos, señor don Simón! (1941), de Julio Bracho. tMéxico demisrecue­rdos (1943), de Juan Bustillo Oro. tLa guerra de los pasteles (1943), de Emilio Gómez Muriel. tYo bailécondo­nPorfirio (1942), de Gilberto Martínez Solares. tSi mevieradon­Porfirio (1950), de Fernando Cortés. la cinta más reciente que aborda al personaje, Elatentado (2010), de Jorge Fons, Díaz es tan compasivo que cuando van a ultimar a su posible asesino lo defiende para que tenga un juicio justo.

Por eso Ayala Blanco distingue el filme Cincodemay­o. Labatalla (2013), de Rafael Lara, en el que el personaje aparece como uno de tantos militares que participan en esa contienda, no como el hombre que conocemos. “Es mucho más objetiva: es un personaje visto de una manera neutral, y no trata de engrandece­rlo ni deturparlo sino que está un poco en camino de poder revisar su figura”.

Otra cinta digna de mencionar es Tierraentr­ance (1967), de Glauber Rocha, una fantasía sobre las revolucion­es en América Latina y las grandes dictaduras, donde al tirano emblemátic­o, una especie de Tirano Banderas, se le puso el nombre de Porfirio Díaz. “Nos hemos quedado con la visión de los buenos y los malos, pero la historia de México no sirve para ser vista de esa manera porque se empobrece. Tenemos que buscar estos acercamien­tos más inteligent­es, un poco más objetivos. Nunca ha sido abordada la figura del dictador Díaz en el cine nacional. Esa es una asignatura pendiente”, concluye Ayala Blanco. M

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