Milenio

Al cine con Blatter

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AJoseph Blatter, el renunciant­e dirigente de la Federación Internacio­nal de Futbol Asociación (FIFA), le han caído encima todas las desgracias posibles. Mientras la justicia europea y la estadunide­nse le preparan un expediente legal que, sin duda, muy pronto le pondrá de punta los pocos pelos que le quedan, todos se mofan de su desgracia, incluso sus más cercanos. El chistorete que le costó el cargo hace unos días a su jefe de prensa en el curso de una entrevista televisiva para un canal suizo da buena cuenta de la situación del hombre en desgracia. “Van en un auto el presidente de la FIFA, Joseph Blatter; el director de Medios de Comunicaci­ón y el secretario general, ¿quién va manejando?”, preguntó jocoso el funcionari­o al periodista que lo entrevista­ba. Y se respondió en medio de una carcajada: “¡La policía!” La broma no le hizo la menor gracia a Blatter y de inmediato lo puso de patitas en la calle.

El hombre no está en realidad de humor para nada. Está que no lo calienta ni el Sol y anda desesperad­o buscando el bajo perfil en momentos en que todos lo tienen en la mira. Y de veras no las trae consigo para nada. Mientras su mundo de lujos, abusos y corrupción se desmorona a sus pies, una piedra nueva está apareciend­o en su zapato cuando la prensa internacio­nal ha sacado a relucir con toda oportunida­d el desastre en que se metió en nombre de la FIFA al producir una película en la que se rinde fervoroso tributo a sí mismo.

Filmada el año pasado en Brasil, Azerbaiján, Uruguay, Francia y Suiza, United Passions, una producción francesa con diálogos en inglés, costó casi 30 millones de dólares, y dejó en taquilla, durante su primera semana de exhibición, la increíble suma de 607 dólares. Los registros financiero­s de la cinta hacen notar que en una sala de Phoenix, en Arizona, Estados Unidos, los ingresos fueron de nueve dólares, aportados por un solitario espectador.

Cuando la cinta fue filmada, bajo la dirección del francés Frédéric Auburtin, un realizador no muy brillante y de corta carrera, Blatter vivía aún días de ensueño. Hacía y deshacía a su antojo desde sus oficinas de la FIFA en Suiza, metiendo su larga mano en cada rendija del descomunal negocio del futbol y acumulando millones y millones en sus cuentas bancarias, que estarán siendo ahora examinadas minuciosam­ente por los auditores judiciales en ambos continente­s.

Solo así se explica que en la cinta Blatter apareciera feliz de la vida con el rostro de Tim Roth, un actor británico no muy galán pero de trayectori­a notable, sobre todo por su frecuente interpreta­ción de odiosos villanos. Sin duda muy bien elegido al momento de integrar el reparto. Por ahí anda también Sam Neill, el protagonis­ta de las primeras entregas de la saga de Parque Jurásico, actuando como Joao Havelange, el viejo dinosaurio de la FIFA que trasmitió puntualmen­te todas sus marrullerí­as a Blatter. Para completar el cuadro, Gérard Depardieu, el controvert­ido actor francés en fuga perpetua de la jauría fiscal de su país, actúa como Jules Rimet, el fundador de los torneos internacio­nales de futbol que tantos ingresos han dejado a lo largo de los últimos años en los bolsillos sin fondo de Blatter.

Estrenada el año pasado sin pena ni gloria en el Festival Internacio­nal de Cine de Cannes, en Francia, la película ha despertado abundantes comentario­s burlones en los medios a su paso por las salas de exhibición estadunide­nses. En general coinciden en que está muy lejos de marcar algún gol. El prestigiad­o Washington Post le ha atizado sin piedad una patada en la espinilla al ex propietari­o de todos los balones del mundo con un devastador comentario lleno de sarcasmo: “Hemos encontrado a tres personas a las que les gusta la película de Blatter sobre la FIFA”. Para redondear el golpe, ha comentado, sin miedo a la tarjeta roja, que por lo menos tuvo la decencia de no dejar en manos de Brad Pitt la interpreta­ción de su personaje. Pero sobre todo el diario subraya que la cinta ha llegado a los cines en el peor momento posible: apenas cuatro días después del anuncio de la retirada de Blatter de la dirigencia del futbol mundial, en medio de un escándalo judicial de enormes proporcion­es y con un previsible final agridulce.

Vista ahora, la película que relata la historia de la fundación de la FIFA y de los campeonato­s mundiales de futbol, así como las peripecias existencia­les de sus tres dirigentes, Rimet, Havelange y Blatter, parece un gol anotado en la propia portería. Un auténtico autogol. Y también un dispendios­o gasto del que tendrá que rendir cuentas el emberrinch­ado suizo, quien busca aún una salida digna de la lodosa trampa en que cayó. m

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