Abruma infraestructura en mercados emergentes
Muchos ven los activos de inversión en países desarrollados con una rentabilidad baja, pero esa percepción debe cambiar: IFC
Se proyecta que para construir la infraestructura que se ajuste al siglo 21 en los mercados emergentes se necesitará un billón (un millón de millones) de dólares en financiamiento adicional.
Aunque es una tarea abrumadora se convirtió en una alta prioridad para Gavin Wilson.
Como director ejecutivo de IFC Asset Management, una subsidiaria de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés), Wilson tiene un papel fundamental en fomentar entre los inversionistas institucionales para que hagan frente a la enorme diferencia en la inversión en infraestructura.
“¿Cuáles son los cuellos de botella para el crecimiento económico en todo el mundo? La mayor parte del tiempo la respuesta a eso se encuentra en la infraestructura. Es difícil subestimar la importancia de este sector para el desarrollo global”, dice el ejecutivo de 52 años.
En una conferencia en Londres este mes, Wilson retó a la audiencia a replantear sus ideas sobre la infraestructura, que él cree muchos lo ven como activos de inversión en países desarrollados con una rentabilidad baja, pero segura.
En su punto de vista, esa percepción tiene que cambiar. Señala el hecho de que, desde que empezó el milenio, la IFC, la división de inversión del sector privado del grupo del Banco Mundial, obtuvo rendimientos promedio por encima de 20 por ciento al año en sus inversiones de capital en infraestructura de mercados emergentes.
Las tasas de incumplimientos de pago para los préstamos de infraestructura del sector privado en los mercados emergentes son ligeramente superiores en comparación con las transacciones que se realizan en el mundo desarrollado, dice. “La percepción de riesgo es mucho más alta que la realidad”, se queja el ex banquero de Goldman Sachs.
Wilson siente que se necesita una nueva definición de infraestructura, pero admite que la
Desde que empezó el milenio, la IFC logró rendimientos promedio mayores a 20 por ciento
diferencia de inversión no se cerrará pronto sin que se hagan cambios en la relación entre los inversionistas privados y los gobiernos anfitriones.
La confianza se mantiene como un problema, dice. “Cuando se trata de una crisis, el problema fundamental con el financiamiento de infraestructura es que el sector privado no confía en el sector público y éste no confía en aquél”, dice.
Dada la percepción entre los accionistas de que no existe el estado de derecho en los mercados emergentes de la misma forma como lo hace en los mercados desarrollados, Wilson cree que se debe crear un sistema de clasificación para evaluar el riesgo normativo de los países, de acuerdo con las calificaciones de crédito soberano.
Eso disuadirá a los gobiernos (en países desarrollados y en desarrollo) de realizar cambios unilaterales en los términos de contratos, dice. “Si se puede mejorar el factor de confianza, esto reducirá el factor riesgo que se percibe para un activo de infraestructura, lo que llevará a un financiamiento más barato, menores costos del proyecto y, por lo tanto, menores tarifas para los consumidores finales”, dice Wilson, quien se mudó a Washington en 2009 para establecer la división de gestión de activos (AMC, por su sigla en inglés) del IFC.
La AMC maneja 8 mil 100 millones de dólares (mdd) a través de siete fondos y un fondo de fondos. Esto lo convierte en uno de los tres gestores de fondos de capital privado más grandes que se centra en los mercados emergentes globales. De esto, AMC hasta el momento ya invirtió 4 mil 600 mdd en 60 compañías. Otros cuatro fondos están en proceso de lanzamiento.
El argumento de ventas del AMC para los inversionistas es ofrecer acceso selectivo a los proyectos de inversión de la IFC. La IFC ya realizó más de 2 mil inversiones de capital en países en desarrollo en más de 60 años. Acuñó la frase “mercados emergentes” en la década de los 80. “El AMC tiene el derecho, pero no la obligación, de participar en las transacciones de la IFC”, dice, y agrega que el negocio de gestión de activos realiza un proceso independiente de toma de decisiones de inversión y tiene una obligación fiduciaria con sus inversionistas, que incluyen los fondos de riqueza soberana y fondos de pensiones públicos y privados.
En la práctica, esto significa que el AMC elige entre invertir en un pequeño subconjunto de acuerdos de la IFC, que manejan alrededor de 20 transacciones al año.
Desde que se fundó la IFC en 1956, el capital que comprometieron los países miembros asciende a solo 2 mil 500 mdd. Al reinvertir las utilidades de las inversiones con vencimiento, la IFC tiene un crecimiento de valor neto de 24 mil mdd. También contribuyó con más de 3 mil mdd en subsidios para la Asociación Internacional de Fomentol, su organización hermana que financia proyectos del sector público en los países más pobres del mundo.
La IFC desarrolló un historial de patrimonio de capitales “notablemente consistente”, dice, eso lo ubica cómodamente en el cuartil superior de inversionistas de capital privado de mercados emergentes. “La mejor forma de demostrar a los inversionistas que deben invertir en los mercados emergentes es lograr buenos rendimientos que se ajusten al riesgo. A los proyectos que les va bien financieramente suelen ser los que también otorgan exitosamente beneficios a las economías locales”, dice el padre de tres hijos jóvenes. “Sostiene que las utilidades y el impacto en el desarrollo “no son dos cosas separadas”, sino que se refuerzan. También llama a la integración de las consideraciones ambientales, sociales y de gobierno con las decisiones de inversión “simplemente un buen negocio”. Cita como ejemplo la reciente decisión de la IFC para financiar un parque eólico en Panamá que proporcionará 5 por ciento de la energía que el país necesita.
Wilson tiene altas expectativas para los otros vehículos de inversión del AMC, como el fondo de capitalización de la IFC. El fondo ya invirtió en capital y deuda subordinada de bancos comerciales en los años posteriores a la crisis financiera, cuando se tenía la urgente necesidad de capital para los bancos.