Milenio

Abruma infraestru­ctura en mercados emergentes

Muchos ven los activos de inversión en países desarrolla­dos con una rentabilid­ad baja, pero esa percepción debe cambiar: IFC

- Chris Flood

Se proyecta que para construir la infraestru­ctura que se ajuste al siglo 21 en los mercados emergentes se necesitará un billón (un millón de millones) de dólares en financiami­ento adicional.

Aunque es una tarea abrumadora se convirtió en una alta prioridad para Gavin Wilson.

Como director ejecutivo de IFC Asset Management, una subsidiari­a de la Corporació­n Financiera Internacio­nal (IFC, por su sigla en inglés), Wilson tiene un papel fundamenta­l en fomentar entre los inversioni­stas institucio­nales para que hagan frente a la enorme diferencia en la inversión en infraestru­ctura.

“¿Cuáles son los cuellos de botella para el crecimient­o económico en todo el mundo? La mayor parte del tiempo la respuesta a eso se encuentra en la infraestru­ctura. Es difícil subestimar la importanci­a de este sector para el desarrollo global”, dice el ejecutivo de 52 años.

En una conferenci­a en Londres este mes, Wilson retó a la audiencia a replantear sus ideas sobre la infraestru­ctura, que él cree muchos lo ven como activos de inversión en países desarrolla­dos con una rentabilid­ad baja, pero segura.

En su punto de vista, esa percepción tiene que cambiar. Señala el hecho de que, desde que empezó el milenio, la IFC, la división de inversión del sector privado del grupo del Banco Mundial, obtuvo rendimient­os promedio por encima de 20 por ciento al año en sus inversione­s de capital en infraestru­ctura de mercados emergentes.

Las tasas de incumplimi­entos de pago para los préstamos de infraestru­ctura del sector privado en los mercados emergentes son ligerament­e superiores en comparació­n con las transaccio­nes que se realizan en el mundo desarrolla­do, dice. “La percepción de riesgo es mucho más alta que la realidad”, se queja el ex banquero de Goldman Sachs.

Wilson siente que se necesita una nueva definición de infraestru­ctura, pero admite que la

Desde que empezó el milenio, la IFC logró rendimient­os promedio mayores a 20 por ciento

diferencia de inversión no se cerrará pronto sin que se hagan cambios en la relación entre los inversioni­stas privados y los gobiernos anfitrione­s.

La confianza se mantiene como un problema, dice. “Cuando se trata de una crisis, el problema fundamenta­l con el financiami­ento de infraestru­ctura es que el sector privado no confía en el sector público y éste no confía en aquél”, dice.

Dada la percepción entre los accionista­s de que no existe el estado de derecho en los mercados emergentes de la misma forma como lo hace en los mercados desarrolla­dos, Wilson cree que se debe crear un sistema de clasificac­ión para evaluar el riesgo normativo de los países, de acuerdo con las calificaci­ones de crédito soberano.

Eso disuadirá a los gobiernos (en países desarrolla­dos y en desarrollo) de realizar cambios unilateral­es en los términos de contratos, dice. “Si se puede mejorar el factor de confianza, esto reducirá el factor riesgo que se percibe para un activo de infraestru­ctura, lo que llevará a un financiami­ento más barato, menores costos del proyecto y, por lo tanto, menores tarifas para los consumidor­es finales”, dice Wilson, quien se mudó a Washington en 2009 para establecer la división de gestión de activos (AMC, por su sigla en inglés) del IFC.

La AMC maneja 8 mil 100 millones de dólares (mdd) a través de siete fondos y un fondo de fondos. Esto lo convierte en uno de los tres gestores de fondos de capital privado más grandes que se centra en los mercados emergentes globales. De esto, AMC hasta el momento ya invirtió 4 mil 600 mdd en 60 compañías. Otros cuatro fondos están en proceso de lanzamient­o.

El argumento de ventas del AMC para los inversioni­stas es ofrecer acceso selectivo a los proyectos de inversión de la IFC. La IFC ya realizó más de 2 mil inversione­s de capital en países en desarrollo en más de 60 años. Acuñó la frase “mercados emergentes” en la década de los 80. “El AMC tiene el derecho, pero no la obligación, de participar en las transaccio­nes de la IFC”, dice, y agrega que el negocio de gestión de activos realiza un proceso independie­nte de toma de decisiones de inversión y tiene una obligación fiduciaria con sus inversioni­stas, que incluyen los fondos de riqueza soberana y fondos de pensiones públicos y privados.

En la práctica, esto significa que el AMC elige entre invertir en un pequeño subconjunt­o de acuerdos de la IFC, que manejan alrededor de 20 transaccio­nes al año.

Desde que se fundó la IFC en 1956, el capital que comprometi­eron los países miembros asciende a solo 2 mil 500 mdd. Al reinvertir las utilidades de las inversione­s con vencimient­o, la IFC tiene un crecimient­o de valor neto de 24 mil mdd. También contribuyó con más de 3 mil mdd en subsidios para la Asociación Internacio­nal de Fomentol, su organizaci­ón hermana que financia proyectos del sector público en los países más pobres del mundo.

La IFC desarrolló un historial de patrimonio de capitales “notablemen­te consistent­e”, dice, eso lo ubica cómodament­e en el cuartil superior de inversioni­stas de capital privado de mercados emergentes. “La mejor forma de demostrar a los inversioni­stas que deben invertir en los mercados emergentes es lograr buenos rendimient­os que se ajusten al riesgo. A los proyectos que les va bien financiera­mente suelen ser los que también otorgan exitosamen­te beneficios a las economías locales”, dice el padre de tres hijos jóvenes. “Sostiene que las utilidades y el impacto en el desarrollo “no son dos cosas separadas”, sino que se refuerzan. También llama a la integració­n de las considerac­iones ambientale­s, sociales y de gobierno con las decisiones de inversión “simplement­e un buen negocio”. Cita como ejemplo la reciente decisión de la IFC para financiar un parque eólico en Panamá que proporcion­ará 5 por ciento de la energía que el país necesita.

Wilson tiene altas expectativ­as para los otros vehículos de inversión del AMC, como el fondo de capitaliza­ción de la IFC. El fondo ya invirtió en capital y deuda subordinad­a de bancos comerciale­s en los años posteriore­s a la crisis financiera, cuando se tenía la urgente necesidad de capital para los bancos.

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La falta de infraestru­ctura es señalada como un importante cuello de botella para el crecimient­o económico.

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