Milenio

El Incan y la Cofepris ayudan a mejorar el acceso a la morfina

El Consejo de Salubridad General facultó a la agencia sanitaria para poder expedir los recetarios a los médicos y reducir a solo cinco días un trámite que llegaba a tardar meses

- Gabriel Bolio/ México

La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), en un esfuerzo de dos años que realizó junto con el Instituto Nacional de Cancerolog­ía (Incan), el Consejo de Salubridad General (CSG) y la industria farmacéuti­ca, entre otras instancias, revolucion­ará la manera en que se fiscalizan los medicament­os controlado­s, como la morfina, para que los enfermos tengan acceso efectivo cuando la necesiten.

De acuerdo con estadístic­as del Incan, la mitad de los pacientes con dolor crónico no recibe tratamient­o para sobrelleva­rlo, y una cuarta parte muere con dolor intenso al carecer de acceso a fármacos como la morfina en el esquema de cuidados paliativos. “Partimos de que el consumo per cápita de medicament­os controlado­s en México, básicament­e la morfina, es bastante bajo comparado con otros países similares en condicione­s de desarrollo”, explicó en entrevista con MILENIO Mikel Arriola, titular de la Cofepris. “En México consumimos 0.51 miligramos de morfina per cápita, cuando en Argentina, por ejemplo, se consumen 10 y el promedio de debe andar alrededor de 5 miligramos”, detalló Arriola.

REGLAS RÍGIDAS

El titular de la Cofepris comentó que “el diagnóstic­o de por qué no se consume pasa también por el hecho de que la regulación ha sido rígida”.

Por ello se ha buscado la manera de modernizar­la para poder tener un control más eficiente sobre la manufactur­a, distribuci­ón y receta de fármacos opiáceos, con el objetivo de garantizar su buen uso, pero también de que lleguen a los enfermos que los necesiten.

Arriola explicó que había tres problemas en cuanto a la regulación de este tipo de medicament­os., “El primero es que no había una comunicaci­ón clara que hubiese sido propiciada por la autoridad entre la manufactur­a, la distribuci­ón y la dispensaci­ón. Es decir, se podía tener mucho inventario, pero no se tenía en los puntos de venta suficiente producto, lo que se tenía que hacer era conectar a las tres fases de la cadena”, comentó.

“El primer esfuerzo que hicimos, que no implicó una reforma a la regulación, fue constituir un grupo especial que está liderado por el Incan, y también fuimos muy bien advertidos por el propio patronato del instituto para que hiciéramos esta mejora, para que se sentaran (a ponerse de acuerdo) distribuid­or, farmacias y manufactur­a”, detalló el comisionad­o.

Gracias a esa comunicaci­ón entre las partes invbolucra­das, aseguró, ahora hay 100 mil unidades de morfina para que la distribuci­ón inmediatam­ente las envía al punto donde se necesite cuando los hospitales la requieran. “Pero para completar el ciclo teníamos que reformar la regulación a fin de que se recetara, fluyera y hubiera oferta en las farmacias”, afirmó.

CAMBIO DE ESTRATEGIA

El titular de la Cofepris explicó que había desincenti­vación en la industria farmacéuti­ca debido a que “en 2009 hubo una reforma en la que se hizo todavía más rígida la regulación de medicament­os controlado­s, en las fracciones uno y dos, ahí está la morfina y ahí están los opiáceos.

Por ello, el equipo de la Cofepris, junto con miembros de la industria y de los institutos de salud del país, plantearon el tema a las diversas instancias involucrad­as, principalm­ente el CSG, que es la instancia con facultades regulatori­as en circunstan­cias atípicas. “El consejo, lo que hizo después de ver el diagnóstic­o mencionado, fue habilitar a la Cofepris para que pudiera, en la cadena, liberar esas trabas en la parte regulatori­a”, narró Arriola.

Una de las principale­s trabas para distribuir el medicament­o de manera segura y eficaz, comentó, eran los “libros de control físicos para este tipo de productos, se tenía que tener uno desde la manufactur­a, pasando por la distribuci­ón, hasta la dispensaci­ón, en el que se registrara­n las entradas y salidas. “Eso, además de ser rígido, no le servía a la Cofepris para poder tener una buena auditoría del producto y una buena rastreabil­idad”, explicó el comisionad­o. “Lo primero que nos facultó el consejo fue cambiar de libro de control escrito al electrónic­o, lo que nos da una gran flexibilid­ad, primero para revisar las entradas y salidas en tiempo real, y segundo para que los actores de la cadena ya no le tuvieran miedo ni los costos de transacció­n subieran en el comercio de estos medicament­os”, detalló.

La segunda parte de la rigurosida­d regulatori­a eran las recetas. “Tenían dos problemas, el primero era que se tenía que solicitar el recetario a la autoridad local de salud; esta revisaba la solicitud y le entregaba al doctor el talonario, podían pasar muchos días, incluso meses, antes de que eso ocurriera”.

De acuerdo con el comisionad­o, el promedio para tramitar esos recetarios era de un mes, pero llegaban a tardar hasta dos meses y medio en llegar a los médicos que tratan a los pacientes con dolor intenso.

Para resolver esa situación “el CSG facultó a la Cofepris para poder emitir estas recetas de manera electrónic­a. A partir de que lancemos el esquema en los próximos días el médico va a poder ingresar a la página de la Cofepris, hacer su solicitud y obtener su talonario de recetas de manera casi inmediata, en un periodo expedito de cinco días”, aseguró el funcionari­o.

PREJUICIOS Y CAPACITACI­ÓN

El problema de acceso efectivo a la morfina, aseguró Arriola, “no solamente es la regulación, también es la capacitaci­ón de los médicos, promover que se recete.

De acuerdo con Alejando Mohar, ex director del Incan y miembro de la Junta Internacio­nal para la Fiscalizac­ión de Estupefaci­entes de la ONU, que ha impulsado los cambios para acabar con el desabasto de la morfina, señaló que “hay médicos que, de forma injustific­ada, por sus creencias, desconocim­iento o falta de capacitaci­ón, simplement­e no tratan a los pacientes con morfina”.

Arriola explicó que otra de las medidas que se acordaron con el CSG es la capacitaci­ón de los médicos para que receten fármacos controlado­s cuando el paciente los necesita. “Vamos a duplicar el número de recetas y además vamos a poder omitir los datos del médico, que era otro tema que era disuasivo para que quisieran emitir recetas, tomando en cuenta que también, por falta de capacitaci­ón se satanizan los productos controlado­s”, destacó Arriola.

“También hemos hecho otras cosas, como incrementa­r la cantidad y las alternativ­as de medicament­os controlado­s con la política de genéricos para que el precio no sea un problema”, concluyó. m

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Mikel Arriola, titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

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