No hay equipo, no hay mucho más que decir…
No hay demasiado margen ni espacio para analizar profundamente el desempeño de la selección nacional que participa en la Copa América de Chile. No hubo tiempo para armar un equipo, para detallar una propuesta colectiva potente y atractiva. Esto en el futbol de hoy es la clave que explica los triunfos.
El equipo mexicano que dirige Miguel Herrera nunca había jugado junto. Los que salieron el viernes pasado contra Bolivia apenas si se conocían. Los que saldrán dentro de algunas horas contra la representación de Chile, tampoco. De entrada ya hay que descartar al lesionado capitán, Rafael Márquez.
La razón es de sobra conocida aunque conviene repetirla: el equipo titular apenas se empezará a reunir hoy, pero para prepararse para ganar la Copa Oro de la Concacaf, el torneo que interesa mucho más debido a que permite pelear un sitio en la Copa Confederaciones del 2017.
Quizá la semana que entra, cuando en una de esas el equipo mexicano esté de regreso en el país tras ser eliminado en la primera ronda, se empiece a discutir con seriedad la conveniencia de seguir participando como invitado en un torneo ajeno y distante.
Con una selección B, como es el caso, ni los patrocinadores ni los espectadores se interesan realmente en el evento, lo que vuelve casi un absurdo esta persistencia en ir a un torneo donde no se demuestra el verdadero potencial y se tiende a hacer el ridículo.
El equipo chileno que dirige Jorge Sampaoli no sólo integra a los mejores jugadores de este país. Además, lleva jugando ya bastante tiempo junto. De entrada, acumula un mundial a cuestas en el que tuvo un buen desempeño. El tercer partido de México en esta primera ronda lo va a llevar a enfrentar a Ecuador, una selección con las mismas características.
No reconocer esto y ponerse a jugar al analista es casi una broma de mal gusto. No hay equipo, no hay mucho más que decir.