En Seattle, “kayaktivistas” se movilizan contra la Shell
Militantes de Greenpeace intentan evitar que el consorcio petrolero inicie perforaciones de crudo en Alaska
En la bahía de Seattle, la “plataforma del pueblo” está lejos de rivalizar con la, monumental, de Shell, cuyas vigas amarillas son visibles desde los edificios del centro de la ciudad. La embarcación no es más que una chalana reciclada y rápidamente amueblada de una caravana, con algunos colchones y una pantalla gigante.
Pero contrariamente a la plataforma Polar Pioneer, símbolo del apetito de los gigantes del petróleo por las energías fósiles, la del “pueblo” está equipada con paneles solares, financiados gracias a una colecta en el sitio participativo Indiegogo. “Una potencia de 9 mil watts!, se alegra John Sellers, el capitán a bordo. “¡La energía solar es el futuro, el petróleo el pasado!”, afirma una grabación que por la noche la chalana deja oír en dirección a la plataforma de la Shell.
Figura emblemática bajo un sombrero de aventurero del Pacífico norte, John Sellers es un veterano de Greenpeace. En 1994 fue parte de la campaña del Rainbow-Warrior 2 contra la pesca con red en el golfo de Gascuña, en el suroeste de Francia. “La Marina francesa nos atacó”, recuerda, todavía en parte indignado. Por diversas causas, él fue arrestado una veintena de veces, algunas de ellas durante las manifestaciones antiglobalización de 1999 —la batalla de Seattle, como dicen los militantes—.
Desde el arribo de la plataforma de la Shell el 13 de mayo, John Sellers está de nuevo en el puente. Esta vez, se trata de impedir las perforaciones petroleras en el Ártico.
Greenpeace ha posicionado una de sus lanchas inflamables Zódiac, pero la organización está obligada a retirarla. Confiscada por la compañía, la justicia le ordenó mantener a distancia sus “naves, anclas y boyas” de la flota de Shell. También se le prohibió —por anticipado— enviar aviones no tripulados (drones) a filmar la acción a lo largo de Alaska.
El “capitán” Sellers cuenta con su ejército de “kayaktivistas”: los militantes — expertos o neófitos del remo— movilizados con sus embarcaciones de plástico multicolor. El 16 de mayo eran unos 400, reunidos como un enjambre en torno del gigante de piernas metálicas y amarillas.
El 11 de mayo, la administración de Barack Obama causó consternación al darle de nuevo a Shell el derecho de proceder a sus perforaciones exploratorias en el mar de las Chucherías.
Polar Pioneer pertenece a Transocean, la compañía implicada en la marea de negra de British Petroleum (BP) en el Golfo de México, en abril de 2010, cuando su plataforma Deepwater Horizon estalló mientras sacaba crudo del yacimiento submarino Macondo.
La plataforma arrojó “por negligencia grave”, según un juez, más de tres millones de barriles de crudo al mar y junto a 13 operarios muertos también sucumbieron en la catástrofe miles de millares de aves y peces en el peor desastre petrolero de la historia. También supuso una gran sangría para la BP, aún en la mira de demandas multimillonarias que se disputan en las cortes.
Entre los participantes de la flotilla está Soren Wuerth, un maestro que condujo cuatro días desde Anchorage en el centrosur de Alaska y que ya tiene su boleto para la conferencia de París sobre el clima, en diciembre, donde espera hacer oír la voz del Grand Norte. “Alaska, dice, es la Zona Cero del cambio climático. La elevación de la temperatura se está haciendo sentir aquí más que en ningún otro estado de Estados Unidos”. m